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Los Rockets pueden ser el equipo con la peor gerencia actual en la NBA, y se destaca por el hecho de que la oficina principal paga 84 millones en salarios a los jugadores que no juegan para ellos en absoluto. Los Rockets optaron por una reconstrucción completa cuando la piedra angular de la franquicia, James Harden, solicitó un intercambio, y aunque cuentan con algunas piezas jóvenes talentosas, la organización ha ido de mal en peor desde su partida.

En particular, sus tratos y decisiones relacionadas con la plantilla y su espacio bajo el tope salarial han sido un desastre, tanto que esta temporada 84 millones están siendo consumidos por personas que no forman parte del equipo de ninguna manera. Ese dinero se divide actualmente entre John Wall, a quien le deben 47,5 millones, Derrick Favors y Danny Green con 10 millones cada uno, Justin Holiday con 6 millones, Mo Harkless con 4,5 millones, Ty Jerome con 4 millones y Theo Maledon con 2 millones. 

El pico de sus movimientos desacertados recae en John Wall, quien solo se lleva más de la mitad del dinero entregado a ex Rockets. Wall se unió a la organización luego de un intercambio exitoso con los Wizards por Russell Westbrook en diciembre de 2020, pero tras dos temporadas, decidieron cortarlo en el último año de su inmensa player option, que deben pagarle de a cuotas cada temporada. Aunque algunos jugadores sí dejan dinero en la mesa para llegar a un buyout, Houston no consiguió negociar mucho, y querían definitivamente sacárselo de encima.

Detrás de toda la toma de decisiones, la confianza intelectual de los Rockets argumentaría que han creado la mayor cantidad de espacio en el tope salarial en la liga esta próxima temporada con una proyección de 56 a 60 millones en fondos disponibles. Sin embargo, ningún agente libre notable querría firmar allí después de su historial de mala gestión en las últimas temporadas.