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El Charles Barkley de hoy, generalmente de traje y jugando al golf, no es ni remotamente a lo que era en su etapa como jugador y mucho menos cuando recién arrancaba y hacia de las suyas en Philadelphia, con el agregado que no había celulares ni redes sociales que documentaran algunas travesuras nocturnas.

Sir Charles no solía ser un señorito francés fuera de la cancha y las andanzas en las noches muchas veces terminaban de manera turbulenta, con golpes, empujones y cosas que no hacen ni remotamente a la actualidad de Barkley, más abocado al análisis del baloncesto y mostrar su costado gracioso, sobre todo cuando está en complicidad de su amigo, Shaquille O’Neal.

La leyenda cuenta que los Sixers estaban en la ruta en uno de los tantos partidos que tiene la serie regular de la NBA y Philadelphia visitaba a Chicago. Hasta allí todo normal, generalmente los jugadores suelen tener libre la noche anterior para ir a tomar algo tranquilo, relajarse y descansar. Claro, algunos no cumplían con lo de “relajarse” (también pasa hoy) y salían hasta altas horas y Charles se daba algunos gustitos de vez en cuando, pero esta vez, según su versión, a él fue que lo iban a atacar y que de no ser por su compañero de equipo, Jayson Williams, la cosa se hubiera puesto muy fea.

La versión de los jugadores fue que el bar del hotel Hyatt de Chicago, Christopher Vincent, periodista deportivo local, tenían enfundado en la mano un cuchillo listo para atacar a Barkley hasta que fue sorprendido y golpeado por Williams con una taza en defensa de su amigo.

“Estábamos en un bar en Chicago, y alguien trató de sacar un cuchillo para apuñalar a Barkley y lo golpeé en la cabeza con un taza. El tipo fue arrestado, no deberíamos haber estado allí”, detalló Williams.

Aquella trifulca terminó con el periodista arrestado y cumpliendo pena en prisión, pero lo más raro de la situación que tanto Barkley como Williams, no se presentaron a comparecer en el juicio que se llevó a cabo en Illinois y por tanto, el condenado expuso que los jugadores cambiaron la historia, que él fue el agredido por ellos y que además Barkley les pagó a todos los testigos aquella noche.

La causa siguió su curso y se reabrió cuatro años después, cambiando la acusación a los jugadores, pero nunca pudieron encontrar las pruebas suficientes para inculparlos y se desestimó.

Hazte fama y échate a dormir, reza la canción de Fito Paéz y Charles Barkley no tenía la mejor de las reputaciones como para tener el rol de santo en ese entrevero, el cual quedó con un manto de duda y avalado por la justicia a favor del ex Phoenix. Aquella vez zafó Sir Charles, pero de por sí entre los 80 y los 90 su coqueteo con la cárcel siempre estuvo cerca.