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Era un partido más de temporada regular, o eso era lo que parecía hasta que Steph Curry se encargó de convertirlo en uno de los juegos más recordados en la historia reciente de la NBA. Con solo cinco segundos en el reloj para terminar el tiempo extra, y la posibilidad de pedir un tiempo muerto para diseñar una jugada, Curry tomó la pelota, condujo hasta el campo rival y, cuando estaba a 32 pies (9.75 metros) de distancia del aro sacó el triple para ganar el partido por 121 a 118. Una de las tantas locuras que suele regalar el base de los Warriors cuando está en cancha.

Fuente: Golden State Warriors.