Especial

Una historia de amor: el entrenador que le enseña básquet a los pibes de Rosario a domicilio

08:45 04/06/2021 | Se llama Freddy Navarro y es un personaje conocido en el ambiente del básquet de la ciudad. Por la pandemia, decidió ir él a buscar a los chicos.

Freddy Navarro con algunos de sus chicos (Foto Basquet Rosario)

La pandemia del Coronavirus que lleva casi 15 meses de duración nos ha enseñado a todos algo. Importante o chiquito, pero nada es igual para nadie desde entonces. Muchos se deprimieron, otros se levantaron, otros cambiaron de estilo de vida y absolutamente todos se vieron, nos vimos, afectados. 

En este caso, obviamente nos enfocaremos en un caso de los emocionalmente fuertes que dejó esta pandemia, y que está relacionado a nuestro deporte. Ocurre en Rosario, Santa Fe, donde claramente se ha complicado para los más chicos mantener la actividad en los clubes, cerrados mucho tiempo por los contagios. 

En Rosario vive Freddy Navarro, entrenador de chicos en el club Echesortu, un club tradicional y bien de barrio, y como Freddy notó que por Zoom era medio complicado el tema, le dejó esa parte a sus compañeros del club y él tomó otro camino: ir casa por casa a darle clases particulares a los pibes del club. Navarro, de 59 años, hace casi 40 que dirige (desde 1982), y viene abriendo escuelas de básquet en distintos clubes que por distintos motivos estaban cerrados. 

"Organizo los grupos el día anterior y busco que queden de 5 a 6 chicos por día, dentro del mismo radio, y así paso a dar la actividad entre 20 a 30 minutos por chico. Se coordina con los papás, que también participan de las prácticas”, le contó Freddy a los colegas de Básquet Rosario. Freddy le dedica a esto 3 a 4 horas por día. Se convirtió en el ídolo más de los padres que de los hijos, porque les solucionó un gran problema que tenían los pibes al no poder ir al club. 

Navarro no la tiene tan fácil, porque lleva un aro móvil, pelotas, conos, tizas, etc, más los elementos de higiene para mantener los procolos sanitarias... en una bicicleta. Ayer, además del afecto que recibe diariamente de los chicos, los papás y los que lo cruzan por la calle cuando está dando las clases, tuvo un regalito especial: las chicas veteranas que también dirige de 35 a 52 años, se reunieron y él hizo una horita extra y también se hizo una escapada para darles un entrenamiento. Amor, pasión y compromiso. ¿Hace falta más?

 

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