Preolímpico de Puerto Rico 1999, el germen de la Generación Dorada
16:48 20/10/2020 | Las renuncias habían dejado al entrenador Julio Lamas con pocas opciones, y entonces el cambio generacional se produjo de golpe.
Los primeros dos años de Julio Lamas como entrenador de la selección argentina no fueron fáciles. Primero, porque Lamas tenía 32 años y, a esa edad, con relativa poca experiencia, no es simple pararse frente a las leyendas. Él quería cambiar algunas cosas de raiz, eso no caía bien en todos, era complicado generar consensos y entonces, después del Mundial de 1998, se produjo el conflicto.
Primero Marcelo Milanesio decidió retirarse de la selección. No se había sentido cómodo en Atenas y se dio cuenta que ya no se lo consideraba el dueño del equipo, como hasta ahí. Después también se bajaron (no en forma cronológica), Diego Osella, Marcelo Nicola, Esteban De la Fuente y, por motivos distintos, Fabricio Oberto. Estamos hablando ya de 1999 y de los dos torneos más importantes que tendría Argentina ese año: Sudamericano en Bahía Blanca y Preolímpico en Puerto Rico.
A Lamas no le quedó opción, más allá de que había un grupo de jóvenes liderados por Oberto, Ginóbili y Pepe Sánchez que pedía pista. Pero acá tuvo que mandar a la cancha a un lote mucho mayor. En Bahía, por ejemplo, debutaron con la mayor Andrés Nocioni, Leo Gutiérrez, Pancho Jasen, Leandro Palladino y Luis Scola. En 1997 se había estrenado Lucas Victoriano y en 1998 Manu Ginóbili y Pepe. Además, se mantuvieron Wolkowyski, Espil, Montecchia (que también había debutado en 1997 pese a ser más grande) y se hizo volver a Sergio Aispurúa, porque los interiores iniciales habían renunciado casi todos.
Después del golpe en el Sudamericano (derrota ante Brasil en la final), hubo que meter otros dos cambios obligados para Puerto Rico. Pepe Sánchez se volvió a la NCAA y fue Sucatzky; mientras que Gabriel Fernández fue por Wolkowyski (problema de salud) y Hugo Sconochini ocupó el lugar de Jasen. Lamas, de hecho, hizo que Scola no fuera al Mundial U19 de Portugal porque lo necesitaba como el agua, pese a que tenía solo 19 años.
Con esos 12, Argentina fue a Puerto Rico, para muchos, a poner la cabeza, con un plantel en general joven, para enfrentarse a rivales a los que les sobraba experiencia, empezando por el local. Pero no eran los únicos. Además, Estados Unidos iba con un Dream Team con Tim Duncan como estrella en surgimiento, ya que había perdido su pase a Sydney 2000 al caer en semis en el Mundial de 1998.
El 14 de julio, en el Roberto Clemente, Argentina se estrenó con derrota. Una derrota que le costaría, hilando fino, el pase a los Juegos. Sin embargo, esa misma caída fue la que marcó que había empezado algo distinto, a otro nivel. Se cayó 77-70 ante Canadá, que era potencia y que tenía a Steve Nash como líder, pero bien acompañado. Sin embargo, Argentina mostró un juego moderno, con gran defensa, con muchos pases y con muy buena química, con Sconochini como claro nuevo líder en la cancha junto con Espil, y Aispurúa siendo la referencia en el vestuario.
El 15 Argentina tuvo fecha libre, el 16 venció justito a Cuba 81-76 y el 17, aunque perdió 103-72 ante Estados Unidos, fue noticia por la fabulosa volcada del Chapu Nocioni en la cara de Duncan y Garnett. La juventud, incluida la de Lamas, hizo que ese torneo lo disfrutaran como un grupo de estudiantes que se van de viaje de egresados. El 18 se le ganó muy cómodamente a Uruguay 97-81, terminando ahí la primera fase.
Argentina estaba 2-2, perdiendo los dos partidos perdibles, pero mostraba que su estilo de juego histórico ya no iba más. El mundo jugaba distinto y había que adaptarse a eso si no se quería perder el tren. Había que defender duro, correr cuando se podía y, sobre todo, pasarse mucho y bien la pelota, para encontrar buenos tiros. Hasta la revolución del triple, se podría decir que el básquet FIBA se jugó con esos conceptos. Decía Sconochini en ese momento: "Creo que Julio se encontró con un material humano distinto al que tuvo en Grecia. Se encontró con un equipo que se sintió muy bien corriendo y defendiendo. Lo demás vino solo. Seguimos la línea que nos trazó Lamas. El nos dio el guión, y nosotros lo interpretamos a nuestra manera".
En la segunda etapa, ya con mucha confianza encima, se destrozó a Venezuela 95-71 el 19 de julio y el 20 se rompió un maleficio para siempre, derrotando con una enorme personalidad a Puerto Rico 101-96. Era la primera vez que se le ganaba a Puerto Rico en la isla y el festejo fue como si hubieran ganado la Copa del Mundo. El detalle fue que dejaron escapar una diferencia mayor en los últimos instantes y eso hizo que, al vencer Puerto Rico a Canadá, se diera un triple empate en el segundo puesto, quedando Argentina cuarta y debiendo enfrentarse a Estados Unidos en semis. Un punto más de ventaja ante los puertorriqueños hubiera dejado a Argentina tercera, con Canadá de rival. Pero no fue así. Cerró la fase con otros dos excelentes triunfos ante Dominicana y Brasil, rivales que habitualmente nos complicaban mucho, especialmente Brasil.
El Preolímpico daba solo dos plazas para Sydney y aquella diferencia de gol sentenció a Argentina, que hizo otro papel muy digno ante los norteamericanos en semis, pero perdió 88-59. Canadá venció a Puerto Rico en la otra semi, consiguiendo el otro pase a los Juegos, y Argentina cerró con otro memorable triunfo ante lo boricuas 103-101 por el tercer puesto. En un solo torneo, le ganó dos veces a Puerto Rico, cuando no había podido hacerlo nunca.
Esos dos triunfos, la unidad del grupo, la forma moderna de jugar y la aparición de varios jóvenes que se sumaban a los que ya habían mostrado algo, fueron el inicio de un equipo que no tuvo competencia en el 2000 al no poder ir a los Juegos, pero que en el 2001 explotó en el Premundial de Neuquén, para terminar consagrándose en Indianápolis, ya con Oberto de nuevo en el equipo, y 9 de estos 12 en ese plantel, salvo Sucatzky, Aispurúa y Espil.
"Nos respetaron desde el primer partido, porque jugamos un básquet muy duro, tanto física como mentalmente. Y la prueba final fue cuando el entrenador del Dream Team vino al vestuario y nos dijo que al único equipo que respetaban era al nuestro. Que a él le hubiese gustado tener 10 jugadores como los nuestros". Palabra de Sconochini. El capitán. El que terminaría con el oro en el pecho 5 años después.
Fabián García / [email protected]
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