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A mediados de septiembre de 1997, en Utah, nació John Martin Collins III. Tuvo una infancia muy dura y traumática, se crió con su madre solamente y lo hicieron en un barrio militar, en el cual según él mismo comentó, “Durante ocho años, no tuve puerta en mi habitación. Si mi mamá puso la televisión demasiado alta en la sala de estar, no me voy a dormir. Son cosas así”.

“No digo que crecí pobre donde me moría de hambre, pero no tenía nada más que las necesidades básicas además de estar en una vivienda básica. Mucha gente no entiende lo que es realmente vivir de esa manera, donde no dejas la base. Es diferente”,agregó luego. Su madre siempre le inculcó que pase lo que pase, sea cual sea el obstáculo que se le ponía adelante, debía superarlo.

“Ahora lo entiendo más como adulto, incluso con mi propio hijo”, comentó Collins y enseguida agregó:“Soy un padre soltero. Obviamente soy más estable económicamente que lo que era mi madre. Pero las responsabilidades que tengo, la falta de sueño, el estrés, todo eso suma. Y lo que aprendí es que eso es el amor. Al pensar en aquellas situaciones en las que pensé que estaba en un lugar mucho más grande de lo que estaba, cuando vuelvo atrás y pienso de dónde vengo. Me hace darme cuenta del gran trabajo que hizo mi madre al ocultar lo mucho que no teníamos. Eso es lo que aprecié de ella más que nada. Aunque no teníamos nada, ella hacía que pareciera que lo teníamos todo. Ella siempre hizo todo, sin importar qué”.

Ella, su madre, Lyria Rissing-Collins, fue una de los principales motores que motivaron a John a poder superar los distintos escollos que tuvo durante su carrera. Collins llegó a la NBA tras ser elegido en la 19° posición del draft del 2017 por Atlanta Hawks, franquicia en la que hoy sigue jugando.

Además de algunas lesiones menores, en la temporada 2019/20 fue suspendido por 25 partidos luego de dar positivo en un test antidrogas. Previo al comienzo de la actual edición, firmó una extensión de su contrato por cinco años a cambio de 125 millones de dólares.

Pero los problemas volvieron a aparecer para Collins en una temporada que venía siendo muy buena en el plano personal, con buena participación dentro del equipo y buenas actuaciones, siendo uno de los principales acompañantes de Trae Young, la principal estrella de la franquicia.

Una lesión en el dedo anular del pie derecho lo mantuvo alejado de las canchas durante un largo período, perdiéndose gran parte del final de la temporada regular. Regresó recién a comienzos de los playoffs pero es notorio su bajón anímico y deportivo.

En esta ocasión, además de su madre, hubo otro motor que lo llevó a superar la lesión y regresar a las canchas y fue, nada más y nada menos, que su jugador preferido: Kobe Bryant. “Ese es mi jugador favorito, y siempre quise ser grandioso como él”, comentó Collins y enseguida agregó: “A veces hay que jugar con dolor para llegar a la gloria, que es lo que hizo él. Ahí es donde estoy. Siempre quiero hacer lo mejor que pueda para mi equipo”.

John tiene marcado a fuego en su corazón una anécdota con Kobe y esto fue lo que lo motivó a seguir hacia adelante: “Lo único que me siguió motivando fue que tuvimos una sesión de video después de entrenar con todos los muchachos. Kobe sacó un clip hablando de mí. Me llamó un cuatro moderno y usó un clip mío. Dijo mi nombre, y esa mierda me motivó como ninguna otra. No quiero decir que Kobe no supiera quién era yo, pero el hecho de que me estuviera usando como ejemplo de un jugador moderno y lo que hacen, me dio tanta satisfacción al saber que mi jugador favorito siempre le gusta mi juego, lo entiende y puede analizar. Fue simplemente increíble. Solo quería ser mejor después de eso. Nunca olvidaré esa mierda. Me motivó a seguir trabajando más duro sin importar nada”.