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La NBA tiene muchas páginas de su libro de historia destinadas a aquellos movimientos que estuvieron muy cerca de ocurrir, pero que por una u otra cosa se quedaron en la nada. Traspasos que podrían haber cambiado la vida de diferentes franquicias y que deformarían el presente. Uno de ellos involucra a dos de los mejores jugadores de la actualidad: James Harden y Klay Thompson.

Según contó el reconocido periodista Bill Simmons en 2013, la gerencia de Oklahoma City Thunder pensó primero en Golden State Warriors cuando finalmente se decidieron por desprenderse del barbudo escolta. Sam Presti, GM del equipo, pretendía llevarse a Thompson y una ronda del Draft. El Splash Brother insinuaba ser una futura estrella, capaz de encajar a la perfección en cualquier quinteto.

Los de la Bahía estaban interesados, pero necesitaban ajustar sus finanzas y la única manera de hacerlo iba a ser que OKC también se quedara con los contratos de veteranos como Richard Jefferson o Andris Biedrins para no toparse con impuestos de lujo al siguiente año. Presti jamás volvió a llamarlos. Primero, le ofreció a Harden a Washington Wizards a cambio de un pick que se convertiría en Bradley Beal. Curiosamente, se negaron. Luego, fue con su propuesta a los Houston Rockets. Finalmente, los texanos aceptaron y así comenzó el camino de The Beard en el lugar en el que se convirtió en MVP.

Los Warriors se quedaron con Thompson y finalmente consiguieron armar un equipo que ganó el título en 2015. En cambio, OKC se desmembró y Kevin Durant, su principal figura junto a Russell Westbrook, fue a parar a los Dubs en 2016 y le dio a ese equipo dos trofeos más. Todo eso pudo haber cambiado con una simple negociación que hubiese puesto a la NBA patas para arriba.