Moses Malone, una leyenda olvidada
11:04 23/03/2020 | Un día como hoy pero de 1955 nació uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Un repaso por la historia del miembro del Hall of Fame.
El paso del tiempo arrasa. Se lleva recuerdos, momentos, figuras, malos tragos y hace que, muchas veces, el ser humano se olvide de épocas pasadas. El deporte es un claro ejemplo de esto: el reconocimiento a las estrellas de la actualidad provoca, casi inevitablemente, que las hazañas de antaño se pierdan entre los archivos. La NBA, una liga caracterizada por producir talento constantemente, suele ser el escenario propicio para ese tipo de injusticias. Sin embargo, siempre estará la memoria de quienes no necesitan olvidar para enaltecer al presente. Y, en ellos, vive la figura de uno de los mejores jugadores de la historia: Moses Malone.
¿Quién era Malone? Un rebotero incansable (quizás, el mejor en ese aspecto) y uno de los grandes anotadores que ha visto la competencia. Nació el 23 de marzo de 1995 en Petersburg, Virginia. En su infancia, sólo conoció dos cosas: el caos que era su casa y la cancha de básquet de su barrio. Dentro de la primera, fue criado exclusivamente por su madre, luego de que ella echara a su esposo por convertirse en un alcoholico. Sobre la segunda, la pelota se hizo cargo de su enseñanza.
Mientras crecía, se hacía bastante obvio que su talento estaba para cosas grandes. Lideró al secundario de la ciudad hacia la obtención de dos campeonatos estatales consecutivos y captó la atención de la Universidad de Maryland, con la cual se comprometió a través de una carta de admisión. Un compromiso que, finalmente, no pudo cumplir. La ABA, liga que rivalizaba con la NBA, lo incluyó en el Draft de 1974 y fue seleccionado por Utah Star. El joven Moses, cansado de vivir en el limbo, prefirió la seguridad del contrato por sobre la incertidumbre del básquet universitario. Fue uno de los primeros jugadores de secundarios que pasó directamente al profesionalismo.
Duró dos temporadas en la competencia hasta que esta se fusionó con la NBA y él recaló en Buffalo Braves. Allí disputó apenas dos partidos y fue traspasado a la franquicia en la que exhibió sus mejores actuaciones: Houston Rockets. Tardó sólo una temporada en convertirse en el MVP de la competencia, premio que consiguió en tres ocasiones durante su carrera. La siguiente fue en 1982, cuando promedió 31 puntos y lideró a la liga en rebotes por partido, con 14,7.
Al año próximo, también se alzó con el trofeo. Esta vez, con una nueva camiseta: la de Philadelphia 76ers. Fue, quizás, la mejor temporada de su carrera. La dupla que conformó con Julius Erving, otra figura surgida en la ABA, lideró a la franquicia hacia el primer campeonato en dieciséis años. El rendimiento de Malone en las Finales le valió el MVP de esa instancia. Únicamente diez jugadores acumularon esos tres logros en un mismo curso. Él es uno de ellos.
Jugó hasta 1995 y, además de esos dos equipos, pasó por Washington Bullets, Atlanta Hawks, Milwaukee Bucks y San Antonio Spurs, casi siempre con promedios de doble doble en puntos y rebotes. Finalmente, se retiró para darle paso a los diferentes reconocimientos que su carrera merecía: fue incluido en el Hall of Fame, lo nombraron uno de los cincuenta mejores de todos los tiempos y tanto los 76ers como los Rockets retiraron sus dorsales. Murió en 2015, a los 60 años y a causa de una enfermedad coronaria. Actualmente, se mantiene como el noveno máximo anotador y el quinto máximo reboteador en la historia de la NBA. El paso del tiempo ha sido injusto con su figura, pero basta con ir a los archivos para entender que, a la hora de hablar de las máximas leyendas, su nombre no puede ser omitido.
Leandro Carranza/[email protected]
En Twitter: @basquetplus
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