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Luego de que Jacque Vaughn anunciara que Ben Simmons más que probablemente se perderá el resto de la temporada, se suma un capítulo más a una decepcionante carrera. Lo cierto es que el australiano apuntaba a super estrella y actualmente es todo lo contrario, un jugador intrascendente que no encuentra siquiera la forma de disfrutar del juego.

Claro, lo físico ha tenido mucho que ver, pero lo psicológico también, ante la cuestión de su falta extrema de tiro exterior. Pero ahora se suma un pinzamiento en la espalda que no le permite jugar. Jugó solo 42 partidos esta temporada, con 6.9 puntos, 6.3 rebotes y 6.1 asistencias, todos ellos los peores números de su carrera.

Haciendo un repaso de su historia como profesional, hay que recordar que por una lesión en el pie, el primer elegido del Draft 2016 no pudo jugar su año rookie. Sin embargo, a partir de la segunda mostró grandes cosas, aunque su rendimiento bajaba a la hora de la verdad, en los playoffs.

En Philadelphia, por caso, en fase regular tuvo 15.9 puntos, 8.1 rebotes y 7.7 asistencias de promedio, mientras que en postemporada esos números bajaron a 13.9 uniddades, 8 recobres y 7.5 pases gol, con graves problemas tanto de triple como también en los libres (52%). El miedo a fallar desde lejos, sumado a una mecánica de tiro que dista mucho de la ideal, lo llevan a un 13.7% en su carrera en 36 intentos solamente, muy poco para un base.

En semifinales de Conferencia Este ante Atlanta, se resignó a pasarla cuando tenía la volcada a su favor y eso lo marcó. Tanto que recibió reproches de todos lados, incluidos Doc Rivers y Joel Embiid. Por ello la temporada siguiente adujo problemas psicológicos y se negó a jugar, perdiendo un total de 19 millones de dóalres hasta que fuera traspasado a Brooklyn, donde su rendimiento no ha hecho más que decrecer.

Un jugador que firmó 177 millones de dólares por cinco temporadas y que poco hace para retribuir en el campo por ese contrato. Complejo futuro para quien era señalado como una de las figuras del futuro de la NBA.