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Michael Jordan llegó a la NBA tras una importante carrera universitaria con North Carolina, que incluyó el tiro del campeonato ante Georgetown. Eso hizo que Chicago Bulls confiara en su talento y lo seleccionara en la tercera posición del Draft de 1984. Esa misma apuesta hizo Nike, cuando lo firmó y le creó su propia colección de zapatillas. De ahí salió las Air Jordan 1, las zapatillas que revolucionaron el mercado. 

Un día como hoy, pero de 1985, la firma estadounidense anunció la salida de la línea del mítico 23 de los Bulls y su explosión fue inmediata y a la par de la locura por el jugador en su primera temporada en la NBA, en la que terminó como Novato del Año.  

El color, la osadía, la propia campaña de marketing de la zapatilla y el hecho de que violara las reglas de la NBA por lo que respectaba al calzado, la convirtieron en la zapa más famosa de todos los tiempos. En aquel entonces, había una norma de la liga que obligaba a que el calzado sea en un 51 por ciento blanco. 

Parte de su éxito fue la relación directa con la cultura pop de Estados Unidos. Por fin deporte y calle estaban conectados directamente y no jugaban en partidos distintos.

Las primeras zapatillas de Jordan, las Air Jordan 1, eran revolucionarias y prohibidas. En una etapa en la que los calzados negros estaban vetados en la NBA, Michael se reveló y las utilizó en un partido de pretemporada antes de debutar de manera oficial. Inmediatamente después no las volvió a portar hasta el torneo de volcadas del All-Star de 1985. Para ese entonces, la marca había pasado de manera holgada a Converse y el futuro era de Nike.

Las campañas publicitarias con Spike Lee fueron clave y, antes de las Jordan, nadie se animaba a utilizar zapatillas de básquet para andar por la calle o salir a tomar algo. Ese impacto primario fue tan grande que hasta el día de hoy se mantiene aquella tradición y actualmente es común ver a personas alrededor del mundo con calzados de la marca, sean o no jugadores/as y estén o no en una cancha.