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Leo La Bella pasó seis temporadas en Gimnasia de La Plata, a quien ayudó a volver a los primeros planos desde el Provincial de Clubes hasta la Liga Argentina. A partir de su gran juego, el base quedó en el corazón de la ciudad, que lo adoptó prácticamente como propio.

Luego de su paso por el Lobo y su partida de Chile, justo cuando estaba a punto de volver a jugar en el club de sus amores, Bahiense del Norte, llegó el llamado irrechazable de Peñarol de Mar del Plata para jugar la Liga Nacional, el gran objetivo del base cuando dejó la ciudad de las diagonales. Pero allí, luego de un solo partido, la pandemia obligó a parar todo y ahí sus prioridades cambiaron.

“La pandemia me hizo tener ganas de aprender otras cosas, de tener otras herramientas para mi el día de mañana, que no sea solo básquet. Todos los meses que estuve trabajando en el puerto de Berisso y a la tarde dirigiendo la escuelita y pre mini en Hogar Social me hizo muy bien. Crecer en el trabajo y también crecer mentalmente en lo que quiero yo para el día de mañana”.

El pasado domingo se consagró campeón de la Zona A2 del básquet platense junto a Hogar Social y, en la entrevista luego del partido expresó que se le trabó la cabeza en este tiempo: “Se me trabó la cabeza porque fue muy difícil para mi dejar lo que es el básquet profesional. Uno se acostumbra a jugar toda la vida, vivir de esto y, de un día para el otro, es un cambio muy grande, que vas conociendo gente nueva, gente que no es de tu ambiente, que no estás acostumbrado a relacionarte”.

Sin embargo, hoy se siente pleno y feliz con su presente: “Estoy muy contento porque lo que aprendí este año me va a servir para el día de mañana tener un montón de herramientas. Hoy estoy muy bien, estoy muy bien conmigo mismo, hoy se que me vuelvo a reír, que tengo ganas de seguir jugando al básquet, pero también trabajando. Me hicieron bien un montón de cosas que me sirvieron para mi vida, así que creo que es lo más importante, estoy feliz como dice Riquelme”.

A la vez de su trabajo en el puerto de la Capital Provincial del Inmigrante, le encontró el gusto a ser entrenador: “Me gusta, me relaciono muy bien con las nenas y los nenes, este año fue hermoso, otra experiencia que me sirvió mucho para aprender y darme cuenta que me gusta mucho, que tengo que seguir aprendiendo un montón para el día de mañana ser un profe de básquet, que es lo que me gustaría”.

Este domingo que pasó, el base fue la clave para que Hogar Social lograra el título en la segunda división platense, con el dato de que jugó lesionado tanto la semi como la final: “Fue una alegría enorme cuando salimos campeones. Es un club que lo deseaba mucho, los chicos lo deseaban mucho, se armó un hermoso grupo, que hoy en día la mayoría somos amigos, y tenemos un cuerpo técnico que nos dio mucha libertad a la hora de charlar cualquier cosa, que estemos tranquilos. Nos ayudamos entre todos, no solo en el básquet, más con esta pandemia que hay que estar con la cabeza firme porque el básquet no era la primera opción, entonces a medida que pasaron los meses me daba cuenta que si jugábamos un partido y jugara bien o mal no importaba tanto”.

Un club de barrio como Hogar Social lo hizo sentir como en casa, y lo agradece: “Desde que llegué me trataron como uno más, me ayudaron con el tema laboral, me ayudaron para ser profe, que sea yo mismo, me abrieron la puerta de muchas casas, conocí mucha gente muy buena, que sé que ha quedado una amistad muy linda para el día de mañana. Solo puedo agradecerles, es una familia enorme, un club que va a seguir creciendo. Es lo que me gusta a mí, un club de barrio que, una vez que entrás te cuesta salir y, al mismo tiempo, te adoptan como un hijo más”.

Por último, no dejó dudas sobre su amor al básquet “Mis ganas de seguir jugando están siempre. ¡Amo la naranja!”.

Alejandro Malky / [email protected]

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