Poco de Prigioni y nueva derrota de los Knicks en casa
02:27 01/12/2014 | New York volvió a perder en el Madison Square Garden. Esta vez fue víctima de Miami por 86-79, en un partido donde Prigioni solo jugó 6 minutos.
New York Knicks volvió a perder en el Madison. Esta vez fue ante Miami Heat por 86-79, en un noche en la que el DT Derek Fisher decidió achicar la rotación de los bases y el más perjudicado fue Pablo Prigioni, quien apenas jugó 6 minutos.
No debe estar cómodo en sus zapatos Derek Fisher: es su primera temporada como entrenador; tiene que imponer un sistema ofensivo que es marca registrada de su patrón, Phil Jackson; su base titular, José Calderón, se perdió una docena de partidos antes de debutar, y debe lidiar con los egos de jugadores tales como Carmelo Anthony, Amar'e Stoudemire y JR Smith, por ejemplo.
Fisher, por necesidad, empezó con Shane Larkin (lo trajo Jackson por un trade con Dallas, y había jugado en la D-League) como armador titular, un jugador todavía joven e inexperto como para cargar con la responsabilidad de manejar un equipo "pesado". Y usó a Pablo Prigioni como su ladero. Claramente, con el cordobés, por jerarquía y conocimiento, New York jugó mejor cuando tenía la manija.
Con el regreso de Calderón, tal vez en el mejor momento de Prigioni, Fisher buscó compartir la conducción y llevó a la práctica la idea de dos guardias armadores. Tampoco así llegaron los buenos resultados.
Frente a Miami, en cambio, volvió a una rotación tradicional, con reparto de minutos según el siguiente orden: Calderón, 34; Larkin, 17, y Prigioni, 6 (una asistencia, 0-2 triples). El español, más allá de 5 pérdidas, mostró empeño en ordenar al equipo y hasta resignó lanzamientos (9 intentos), en función de alimentar al ejército de ególatras. Larkin, en cambio, hace lo que puede, no tiene ascendencia sobre ningún compañero.
Y otra vez fue derrota, la cuarta seguida, para mostrar ahora un récord lamentable de 4-14, que lo pone entre los tres peores de la mediocre Conferencia del Este. Es verdad, ante los Heat, que tampoco transitan por un buen momento, después de ir perdiendo por 10 a 3m33s del cierre, remaron con un parcial de 0-8 y casi lo dan vuelta. Pero apareció Chris Bosh, clavó un triple clave y los ahogó a un metro de la orilla.
Complicado será, aunque queden 64 partidos por delante, mejorar la campaña. Es una cuestión de inteligencia y jerarquía individual. Y en ese plantel hay muy poquito de las dos cosas.
FUENTE: Diario Olé.