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Informe

Pipi Barreiro, Boca, las reglas, la ley y la ética

17:17 31/08/2020 | El caso del pibe de Boca permite ver que todavía hay muchas cosas que necesitan cambiar, no solo en el ámbito de la reglamentación local, sino también de las costumbres y hábitos.

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Presentamos el caso, pero hay muchos más. Agustín Barreiro, Pipi, tiene 21 años (2/2/99), y en la temporada pasada jugó la Liga A para Hispano Americano, cedido a préstamo por Boca Juniors, club donde se formó desde los 17 años. Hasta aquí, nada extraño. 
 
Este año, Boca lo tenía agendado para ser una de las fichas U23 de la temporada 2020/21, teniendo en cuenta su buen desempeño en Hispano (7.4 puntos y 6.3 rebotes). En la 2018/19, última del chico con el club, casi no había tenido oportunidades (40 minutos totales en 15 partidos jugados). 
 
Empieza entonces la otra historia de este cuento. Barreiro cambió de agencia de representación por un lado (de GP Sports a U1st), y decidió que quería irse a Europa a probar suerte, algo que ya había hecho el año pasado Tomás Cavallero y que ahora iba a hacer también Tomás Pereyra, ambos excompañeros suyos en Boca. 
 
El problema inicial fue su contrato con Boca. Mientras que el club sostenía tener uno con el jugador, Barreiro afirmaba no haber firmado nunca uno. El tema es que el club no se lo mostraba ni al representante del jugador ni al propio Barreiro. Comenzaron entonces a surgir dudas, y todo se complicó cuando el club español Zentro Basket Madrid anunció su fichaje por redes sociales. En Boca se enojaron mucho, porque estaban en conversaciones con el representante, aunque el punto central fue otro. ¿Cuál es el trasfondo de todo esto?
 
El primer punto es que según el actual reglamento de pases de Argentina, en su artículo 8, "en virtud de que de acuerdo a las normas FIBA que regulan las transferencias internacionales de jugadores; la transferencia internacional de un jugador mayor de dieciocho años solo puede ser impedida cuando existe un 'contrato' o instrumento similar entre el jugador en cuestión y el club que lo tiene registrado; todo club que tiene registrado un jugador, al cumplir este dieciocho (18) años podrá confeccionar un Contrato, que ligará al mismo por un periodo mínimo de cuatro (4) años, con o sin prestación económica. Si el mencionado jugador rechaza firmar tal contrato tal circunstancia deberá hacerse saber a la C.A.B.B. por medio fehaciente, adjuntando el contrato ofertado a los efectos de hacer valer tal circunstancia ante la FIBA, oportunamente". 
 
Los contratos que se presentan en la AdC, en muchos casos, no están firmados por los jugadores. Están firmados por los clubes y la AdC. Tienen valor para la Argentina pero no para FIBA, aunque el artículo 8º diga lo contrario. Todos los abogados consultados nos dieron la misma exacta respuesta: "Un contrato no firmado no existe legalmente". 
 
Los dirigentes de Boca, que se tuvieron que comer este tema de venía de la gestión anterior, se molestaron con Básquet Plus cuando preguntamos por la existencia del contrato firmado, instándonos a defender a los clubes, ya que, como ha declarado Alejandro Desimone, su máximo directivo, tanto a nosotros como en 3x3 hoy, "tanto la AdC como la CABB nos apoyan". La realidad es que no hay ningún tipo de unión real entre el club y el jugador, salvo que aparezca el famoso contrato firmado por Barreiro, que ya nadie duda que no está firmado. Si no se hubiese mostrado el primer día y todo esto se hubiera evitado. Ahora dividiremos la cuestión en dos aspectos: legal y moral.
 
¿Cómo es el tema legal? FIBA tiene dos formas de manejarse distintas en casos de pases internacionales. Una para los menores de 18 años y otra para los de 18 a 21. Barreiro no es ninguno de esos casos, ya que cumplió 21 en febrero y por ese motivo es absolutamente libre para FIBA si no tiene contrato firmado. Ese es el caso puntual del que hablamos, pero explicaremos cómo es en general, porque tiene que ver con el aspecto moral. 
 
Si un jugador tiene menos de 18 años y no tiene contrato con su club, para que otro club se lo lleve debe pedir lo que se llama "caso especial" y pagar 3000 euros a FIBA. Y si no hay ningún acuerdo entre el club que se lo queda con el formador, FIBA estudia todas la historia del chico (su participación en selecciones nacionales, por ejemplo), y pone una cifra para que el chico pueda irse. Si el chico tiene contrato en su club, sin cláusula de salida, deben ponerse de acuerdo las partes, aunque FIBA también puede terminar inverviniendo para destrabar, ya que su lema es "no dejar a ningún jugador sin jugar". 
 
En el caso de los jugadores de 18 a 21 años, si hay contrato, es una negociación entre las partes, y si no hay contrato, también es FIBA la que termina poniendo la cifra que el comprador debe pagarle al club de origen para solucionar el conflicto. Barreiro, al tener ya más de 21, no entró en ninguna de esta situaciones. 
 
Ahora vamos al tema más complicado: el moral, o ético. Y no esquivaremos el asunto. Aquí se está acusando puntualmente a U1st a través de su representante en Argentina, a robar chicos de los clubes aprovechándose del vacío legal o de la facilidad que termina dando FIBA para que los pibes se vayan de sus clubes de origen. 
 
El tema tiene muchas aristas. La primera y más importante es que esto generalmente ocurre porque no se firman los contratos correspondientes. No pedimos que todos los jugadores menores del país tengan contrato, pero si existen chicos con posibilidades de emigrar, y no es tan difícil saber cuáles son esos casos, ¿por qué no se defienden ante posibles "robos" firmando un contrato?
 
Los chicos que se están yendo en esas cirscunstancias son varios. Los últimos han sido Mateo Díaz (hijo de Gabriel) y en camino está también Bautista Rodríguez, de Gimnasia de Santa Fe, de 16 años, cuyo destino estaría en el Joventut de Badalona. Mismo modus operandi. ¿Se aprovechan de la ausencia de un contrato no firmado? Sí, correcto. ¿Es ilegal? No. ¿Es ético? Mmm, opinable. Al límite. No es la manera que creemos correcta. 
 
No es la mejor forma de que un chico se vaya de su club que de un día para el otro desaparezca y no se contacte más, como ha pasado. Si la agencia de representación consigue una compensación para el club de origen es otra historia, pero no ocurre siempre. Desde U1st nos dicen que, en sus casos, siempre ha habido compensación económica para los clubes formadores y que siempre fue por negociaciones entre los clubes, salvo en el caso de Juan Fernández, el chico argentino clase 2002, ahora en Fuenlabrada, que se fue de Unión de Santa Fe sin que Fuenlabrada y ellos llegaran a un acuerdo y su club terminó recibiendo el monto que definió FIBA. 
 
Un último punto del análisis es quizá el más importante: los padres. Porque después está algo central: ¿dónde van a ir a jugar, qué categoría, con qué futuro? A veces, la ansiedad por llegar lo antes posible a Europa, incluso con casos de jovencitos de 15 años, hace que los que tendrían que ser más reflexivos sean los primeros que se marean. Lamentablemente, siempre ha sido así.
 
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

 

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