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Luol Deng, la historia de un luchador de la vida

18:04 11/06/2020 | Tuvo que escaparse de Sudán, su país, durante la Guerra Civil. Sufrió el racismo en Egipto. Finalmente, se convirtió en jugador profesional y en un activista.

Deng, durante su paso por los Bulls. (Foto: NBA.com)

El deporte en general y la NBA en particular acostumbra a contar historias de superación, en las que niños que sufrieron la pobreza o se cruzaron con problemas en el inicio de sus vidas pueden salir adelante y se transforman en figuras renombradas. Podría decirse que Luol Deng es uno de esos casos, pero sería poco. Minimizaría el camino de alguien que escapó de una Guerra Civil, que convivió con el racismo y que, a pesar de todo lo que tuvo que vivir, fue capaz de mantenerse firme y luchar por lo que cree correcto.

Nació el 16 de abril de 1985 en Sudán, cuando el país se encontraba en pleno conflicto bélico. Aldo, su padre, formaba parte del gobierno de esos tiempos. La constante sensación de que algo podía pasar lo llevó a mudar a toda la familia a Egipto. Luol tenía apenas cuatro años y tiene recuerdos borrosos de todo aquello, pero el hombre tenía razón: en 1990, fue apresado durante una revuelta militar. Los Deng debieron hacerse fuertes en un país que no era el suyo, ante el racismo que sufrían en situaciones coditianas y con el temor que provoca la incertidumbre de no saber cómo será la vida al día siguiente: "Recuerdo que, cuando era un niño como refugiado en Egipto, siempre tenía esperanza de que pudieramos partir hacia otro lado. Nunca supimos dónde, solo queríamos un lugar donde pudiéramos tener la oportunidad de sacarle provecho a la vida. Ahora estoy agradecido por haber crecido en Egipto y he aprendido mucho. Pero, al mismo tiempo, sé lo que se siente esperar esa oportunidad todos los días."

Esa chance de la que habló en una entrevista con Los Angeles Times llegó en 1993: la familia consiguió asilo político en Inglaterra y se establecieron en la zona sur de Londres. Deng no se olvida de esos años en Egipto y, tal como describió, fue capaz de sacarles provecho. Sobre todo, en lo que respecta al deporte. Allí fue cuando comenzó a relacionarse con el balón. Primero, con el de fútbol: quería ser como Faustino Asprilla, el colombiano que brilló en Italia y el Reino Unido. Luego, con el básquet. La conexión se dio por la llegada de Manute Bol, el sudanés que jugaba en la NBA y permitía soñar con un futuro similar. A través de un campus en Alejandría, el gigante de 2,31m entenó al hermano de Luol y también captó la atención de este último.

Se enlistó en el secundario St. Mary's High School y, a partir de ese momento, su carrera fue en ascenso. Recibió un llamado del seleccionado U15 de Inglaterra y se unió al Brixton Basketball Club, en el que brilló por su capacidad atlética. Disputó varios campeonatos europeos de juveniles con la selección y los ojeadores estadounidenses se enfocaron en él. Otro viaje, otra cultura y un nuevo paso hacia adelante.

Deng obtuvo una beca en Blair Academy. Más adelante, se comprometió con la prestigiosa Universidad de Duke. Y, en su única temporada con los Blue Devils, dejó en claro que iba a ser uno de los elegidos en la primera ronda del Draft 2004 de la NBA. Todo en unos meses. El cambio fue rotundo, pero el africano mantuvo los pies sobre la tierra y jamás apartó los ojos de la meta. Finalmente, fue seleccionado por Phoenix Suns en la séptima posición y traspasado inmediatamente a los Chicago Bulls. Le dio sus mejores años a esa franquicia, en la que fue dos veces All-Star y se posicionó como una pieza vital en el funcionamiento de un plantel que tenía como punta de lanza a Derrick Rose. También pasó por Cleveland Cavaliers, Miami Heat, Los Ángeles Lakers y Minnesota Timberwolves para retirarse finalmente como Bull en 2019.

Sin embargo, más allá de su éxito como deportista, jamás se olvidó de sus raíces. Constantemente, realizó trabajos de ayuda para los refugiados y la gente de su tierra. Fue escogido como el Mejor Ejemplo en el Deporte por Golden Icon en 2007, recibió la distinción de Humanitario del Año en 2008 por la ONU y lo nombraron ganador del premio Ciudadano J. Walter Kennedy en 2014. Ese mismo año también vivió el racismo en carne propia en la NBA, cuando el GM de los Atlanta Hawks Danny Ferry vociferó comentarios desafortunados en los que lo comparaba con un contrabandista. A pesar de eso, Deng calmó las aguas: "No creo que sea un racista. Lo perdono. He convivido con eso toda mi vida y ciertamente no es algo a lo que quiera aferrarme."

En 2017, criticó al presidente Donald Trump por una política de prohibición temporal de ciudadanos no estadounidenses de siete países de mayoría musulmana: "No estaría donde estoy ahora si no fuera por la oportunidad de encontrar refugio en un puerto seguro. Soy un refugiado orgulloso." Deng es más que eso: emergió como alguien que no sólo pudo avanzar en una vida bastante complicada, sino que también sirvió y sirve como refugio y sostén para los demás.

 

 

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