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Los Lakers y el día que un vuelo pudo terminar con su historia

10:45 15/03/2024 | En enero de 1960, el equipo angelino sufrió el peor viaje de su vida, pero la experiencia de los pilotos permitió su supervivencia. ¿Qué hubiese pasado si se estrellaban?

El avión de los Lakers en el campo de maíz donde aterrizaron

Los que conocen la NBA desde hace relativamente poco, quizá imaginan que la Liga siempre fue millonaria, los equipos siempre viajaron en aviones privados y los dólares siempre explotaron por los aires. Pero no amigos, no fue así. De hecho, se podría decir que, desde que la NBA nació formalmente en 1946, hubo hasta más años de malaria que se excesos (monetarios). 

Esta historia ocurrió más cerca del comienzo que de hoy: enero de 1960. Y el protagonista sigue siéndolo hoy: los Lakers. Con una diferencia. En esa época estaban instalados en Minneapolis (no existían obviamente los Timberwolves), y ya habían ganado 5 anillos de la NBA, pero venían de perder el último por barrida de Boston (4-0), y extrañaban a horrores a la primera megaestrella de la NBA, George Mikan, que se había retirado en 1956. 

Pero tenían a un joven que prometía mucho: Elgin Baylor, de 25 años, que en su primera temporada ya había demostrado ser un auténtico crack, promediando 24.9 puntos. El 17 de enero de 1960, luego de una seguidilla de 4 partidos en 4 días (sí, para ahorrar dinero: 2 en casa y 2 de visitante), el equipo estaba agotado en Sanit Louis, donde venían de perder 135-119 contra los Hawks, como también habían caido en los 3 partidos previos. 

La vuelta a casa sería en un avión Douglas DC-3, que había sido fabricado para competir con el exitoso Boeing 247, con capacidad para unos 30 pasajeros y velocidad máxima de 350 kilómetros por hora, por lo que el viaje a Minneapolis sería de casi 3 horas. El frío que hacía ese día helaba los huesos. 

En los Lakers, además de Baylor (que esa noche había sumado 43 puntos y 20 rebotes), había otros jugadores, poco conocidos hoy, entre los que estaba Jim Krebs, un muchacho un tanto especial, de los Estados Unidos blanco, rural y profundo, cuya característica especial era ser muy supersticioso. La noche no daba muchas garantías para volar y Krebs no paraba de quejarse. "No hacía más que repetir que no debíamos volar aquel día", comentó en su momento Elgin Baylor.

La cuestión es que el avión salió pilotado por dos operadores experientes, como Vernon Ulman y Harold Gifford. A los 5 minutos de despegar del pobladísimo aeropuerto de St. Louis, el avión se quedó a oscuras. La tormenta de nieve en el exterior era furiosa, pero se decidió seguir adelante y no volver, porque calculaban que la situación mejoraría luego, algo que no ocurrió. El avión ya era un tanto viejo, pero dada la situación económica de los Lakers, era más barato que subir a todos en un vuelo comercial. 

El apagón fue el primer problema. Mientras Krebs a cada momento recordaba su premonición (también decía siempre que moriría a los 34 años, según había descubierto con tu Tabla Ouija, que siempre llevaba con él), los jugadores y entrenadores empezaron a preocuparse, porque el apagón, producido por un fallo eléctrico, también dejó a la máquina sin calefacción, con lo cual el frío era insoportable. 

La falla también había dejado incomunicada. Los pilotos, de hecho, fueron honestos con los pasajeros y les dijeron directamente: "Lo único que funciona es el generador". El avión, a hélice obviamente, no despertaba seguridad sano, así que en estas condiciones aterraba. Baylor había leído en algún lado que la parte de atrás del avión era la más segura así que se fue allí y se sentó en el suelo, agarrándose de los dos asientos contiguos, mientras el aparato se balanceaba de un lado a otro violentamente. 

La situación era desesperante. Estaban a ciegas. Sin embargo, unas 4 horas después de despegar, la tormenta aflojó un poco y, al haber luna llena, los pilotos pudieron empezar a ver algo. Ya no tenían combustible para más de 30 minutos. Entonces decidieron aterrizar como fuera. Estaban a la altura de Carroll, un pueblo de Iowa, bastante lejano a Minneapolis (unos 400 kilómetros). Pero no tenían opción. 

El altímetro marcaba que iban a unos 60 metros de altura. Por las luces de las casas del pueblo, vieron una carretera, pero no los convenció para bajar, como tampoco un lago cercano, entonces divisaron unos campos de maíz no muy crecidos todavía y se la jugaron. Los pilotos habían estado en la Segunda Guerra, así que no era el miedo lo que los conducía. Entre la nieva y el maíz, se formó un colchón que permitió el aterrizaje, con todos sanos y salvos. 

"Cuando nos dimos cuenta de que estábamos a salvo lo celebramos como locos. Salimos del avión y empezamos a comportarnos como niños pequeños. Nos tirábamos bolas de nieve los unos a los otros", contó Hot Rod Hundley, escolta del equipo. No era para menos. La cuestión es que nadie salió herido y el equipo siguió el torneo 5 días después, en New York, donde volvió a perder. Pero ya no era eso lo importante. 

A propósito, Jim Krebs, que jugó hasta el final de su carrera con los Lakers, ya en Los Ángeles, retirándose tras la temporada 1963/64, murió apenas un año después de su retiro, el 6 de mayo de 1965, tres meses antes de cumplir los 30 años. 

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