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La llegada del hombre a la luna, la muerte de John Fitzgerald Kennedy y la doble vida de Harold Wilson, entre otras, forman parte de las conspiraciones más resonantes de la historia. Misterios sin resolver, hipótesis por doquier y preguntas sin responder. Cada uno de esos episodios todavía se mantienen como incógnitas. De igual manera sucede con la noche que se perdió la pelota de la final en la que Argentina consiguió el oro en los olímpicos de 2004, la cual Emanuel Ginóbili la había reclamado personalmente cuando el partido finalizó. 

Entre abrazos y mucho amor por la victoria y la consagración, Ginóbili le pidió a un griego que le consiga la pelota de aquella final lograda y a cambio le daría una camiseta del seleccionado nacional. Afortunadamente, este voluntario logró el objetivo y le trajo la preciada naranja con la que Manu dormiría ¿abrazado? esa misma noche, con la resaca de un triunfo que marcó un antes y un después en el país y en el mundo. 

Algunos dicen que la tiene un compañero suyo de aquel seleccionado, otros dicen que al volver de los festejos, con un par de tragos de más, dos de los integrantes del equipo decidieron darle a la pelota una patada tan potente que terminó esfumándose de la Villa Olímpica. "Nunca pido nada, ni una camiseta del rival, ni me llevo la red cuando consigo un título, pero esa vez era especial", le dijo Ginóbili a un periodista de La Nación. 

Como toda conspiración, la agenda de culpables es incontable y el episodio no está ni cerca de resolverse, especialmente porque los sospechosos e involucrados se llamaron al silencio desde aquel entonces y jamás decidieron contar la verdad. ¿Alguna vez se descubrirá lo que ocurrió? Todavía no, al menos, todavía no. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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