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Cuatro años después del éxito de Buenos Aires, se jugó el segundo mundial. En 1950 se había designado a San Pablo como sede, pero los paulistas no terminaron las obras de infraestructura y el torneo debió mudarse a Brasil. Los brasileños venían de sufrir, además de la inolvidable derrota ante Uruguay en el maracanazo de 1950, el suicidio de Getulio Vargas, lo que generó un clima de incertidumbre que, entre otras cosas, impidió la construcción del estadio de San Pablo, por lo que se decidió utilizar el Maracanazinho de Río.

FIBA decidió aumentar la cantidad de equipos participantes a 12, pero los problemas surgieron pronto. Brasil había roto relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y sus países satélite y, por ese motivo, no le otorgó visado a los jugadores de ese país, Hungría y Checoslovaquia. La URSS era plata olímpica y campeona de Europa. Hungría y Checoslovaquia, 2º y 4º en la competición continental. Los reemplazantes fueron Francia (3º de Europa), Israel y Yugoslavia, que si bien pertenecía a la órbita soviética y era comunista, tenía cierta independencia. 

Además de los mencionados, FIBA decidió que fueran el campeón olímpico (Estados Unidos), los 4 primeros de Sudamérica (Uruguay, Paraguay, Chile y Perú), el local (Brasil) y 3 invitados, que fueron Canadá, Filipinas y Formosa, tal como se denominaba a Taiwán en esa época. ¿Y Argentina? Otra vez la política. Perón no tenía una buena relación con el presidente Joao Café, quien veía con mucha reticencia la intención del peronismo de expandirse por Latinoamérica. Encima, en el Sudamericano de 1953, Argentina no había participado también por problemas políticos entre los gobiernos argentino y uruguayo y eso le daba a los brasileños una excusa más. 

Estados Unidos nuevamente fue con un equipo sin jugadores NBA. Concurrió con la plantilla completa de Peoria Caterpillars, que había ganado el torneo de la Unión Atlética Amateur de los Estados Unidos (AAU). El sistema de competencia fue un poco más entendible que el de 1950: primera ronda con 4 grupos de 3 que jugaban todos contra todos pasando los dos primeros a la fase final. Esos 8 países jugarían también todos contra todos y definirían al campeón. 

Obviamente, Brasil se perfilaba como el gran candidato, porque Estados Unidos no parecía ser un cuco. Si bien llegó al partido decisivo contra el local invicto (8-0), había vencido por poco a Uruguay (64-59) y tampoco había sido contundente con Filipinas (56-43). Los brasileños, en cambio, le metió 99 a Filipinas en su debut (cifra no habitual) y despachó a todos sus rivales por 10 o más puntos en la fase final, hasta el encuentro contra los norteamericanos. 

El Maracanazinho explotaba con 17.000 espectadores, pero como había ocurrido cuatro años antes en el fútbol a metros de allí, se llevaron una gran decepción. Estados Unidos no le dio ninguna chances a los locales de aspirar al triunfo. Ya en la primera mitad ganaba 35-19, para terminar coronándose campeón con un claro 62-41, siendo Eddie Solomon, un suplemente, el máximo anotador del partido, con 14 puntos. La nota la dio Filipinas, que se quedó con el bronce tras ganar 5 partidos de los 7 de la fase final. ¿Por qué es tan especial? Porque nunca más en la historia quedó en el podio un equipo que no fuera americano o europeo. 

El MVP del campeonato fue el norteamericano Kirby Minter, mientras que el quinteto ideal lo conformaron el propio Minter, su compañero de equipo Joe Stratton, los brasileños Algodao y Wlamir y el uruguayo Oscar Moglia, que fue el máximo anotador del torneo. 

El equipo campeón: Estados Unidos
 

Posiciones finales