La emotiva carta de Kobe en relación a pasar a Jordan
16:37 16/12/2014 | El escolta nos cuenta el inicio de su admiración por MJ, su instinto asesino y hasta las ganas que tuvo de cambiar el básquet por el fútbol.
Cero. Esa es la cantidad de puntos que anoté en todo el verano cuando jugaba en la Sonny Hill Future League de Philadelphia cuando tenía 12 años. No anoté. Ni un tiro libre, ni una bandeja de casualidad, ni un tiro de suerte.
Mi padre, Joe Bryant y mi tio John Cox fueron leyendas de esa liga durante sus tiempos. Mi padre, como un point forward de 2,08 metros de altura y mi tio como un base de 1,93. ¡Estaba avergonzando a mi familia!
Consideré dejar el básquet y dedicarme de lleno al fútbol (soccer). Aquí fue donde mi admiración y respeto por Jordan se forjaron. Aprendí que él había sido cortado de su equipo de secundaria en su primer año en el equipo; aprendí que él sabía lo que era sentirse avergonzado, sentirse un fracaso. Pero Jordan usó esas emociones para alimentarse, fortalecerse. Nunca se rindió.
Así que decidí tomar este desafío de la misma manera que él. Utilizaría mi fracaso como un combustible para mantener mi fuego competitivo ardiendo. Me obsesioné con mostrarle a mi familia, y lo más importante a mi mismo, que podía hacer esto.
Se volvió una obsesión. Aprendí todo sobre el juego; la historia, los jugadores, los fundamentos. No sólo estaba determinado a nunca más tener un verano de cero puntos, estaba motivado para generar el mismo sentido de fracaso en mis rivales, que sin saberlo, ellos habían generado en mí. Allí nació mi instinto asesino por anotar.
24 años más tarde, he superado a mi musa inspiradora.
Ha sido todo un viaje. Conseguir esta marca es todo un honor. Estoy consciente del toque de queda del Padre Tiempo. Me ha mandado a mi cuarto a lavarme los dientes, antes de taparme, pero no sería yo mismo si no caminara hasta el baño despacio. No sería yo mismo si no actuara como si alguien hubiera escondido la pasta de dientes. No sería yo si no lavara dos veces cada uno de mis dientes, la lengua en tres ocasiones, me pasara un hilo dental hasta que mis encías sangraran y me enjuagara con tanto enjuague bucal que dejara el interior de mi boca, primero ardiendo y luego dormido.
Si no lo hiciera, no sería ese chico que se recuperó del cero y no estaría honrando al hombre que me inspiró a desafiar todo. Gracias por todo su cariño y apoyo. Es muy apreciado, incluso cuando el villano dentro de mi se rehusa a reconocerlo todo el tiempo.
Con amor, la Mamba.