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Entrevista

Hugo Sconochini: "A mí me gustaba Cañada, no soñaba con jugar en Europa"

21:47 01/04/2020 | El capitán de la selección argentina campeona olímpica en 2004 charló largo y tendido con Básquet Plus, siempre muy directo y franco, como cuando jugaba.

Sconochini con la medalla de oro en Atenas (Foto AP)

Hugo Sconochini es para las nuevas camadas un nombre que suena de vez en cuando, pero al que muchos nunca vieron jugar. Retirado desde hace ya 14 años del ámbito profesional (siguió jugando en divisiones menores de Italia hasta el 2012), sigue teniendo una palabra de peso y por eso hicimos con él un podcast, que a su vez trasladamos a texto en esta nota. A disfrutarla.

- Directamente desde Milano, que desde hace un mes y medio es el centro de las noticias por el Coronavirus. ¿Cómo estás Hugo?
. Sí, Milano es una ciudad internacional, pero ahora es famosa por ser el epicentro de un virus al que le gustó esta zona y está haciendo un desastre. 

-¿Cómo te pegó a vos, te está llevando a la reflexión?
. Y, dicen que no hay mal que por bien no venga. Creo que estamos adelante de un desvío. O la humanidad empieza a vivir de otra manera o de estas hecatombes vamos a tener muchas más. La naturaleza nos está pasando factura. Que estos días que la gente tuvo que quedarse encerrada y la naturaleza recuperó vida, te da que pensar. Habría que reflexionar. Claro que el precio que se está pagando es terrible, porque el número de contagiados y muertos es muy grande. 

- La idea es repasar tu carrera y lo primero que se me ocurre es recordar esa historia nunca confirmada que eras un gordito en una plaza de Cañada y León (Najnudel) te descubrió así. 
. Jajaja, vos sabés que esas historias van del carnicero al verdulero, después al panadero, a mi primo, a mi tía, a mi papá, y luego cuando llega al último, la historia es totalmente diferente. No fue en una plaza. León había hecho un reclutamiento de chicos, y eran fuera de serie. Llevaba el liderazgo Marcelo Nicola, que medía 2.05 y podía jugar de 1, 2, 3, 4 o 5. De cualquier cosa. Eran todos altos, flacos, la volcaban...Yo jugaba en Sport Club, y los veíamos entrenar. Pero nosotros jugábamos en un playón afuera, picados, como cualquier chico. Un día León sale y se apoya en una baranda afuera, y nosotros estábamos jugando. En un momento León me llama. Yo pensé que me iba a cagar a pedos. Me acerco, me pregunta el nombre, si jugaba en el club y me dice que me levante la remera. Me la levanto y me dice: "Estás gordo, tenés que adelgazar; desde mañana vas a empezar a entrenarte con nosotros". Y así empezó mi historia. Luego seguí con Julio Lamas, que era el asistente de León. Yo había hecho todas las categorías desde premini en el club y ahí entré a jugar en juveniles. Y cuando empecé a viajar con la primera, vino Reggio Calabria y me fui. Casi ni jugué la Liga. 

- Recordame los nombres de esos flacos que saltaban y la volcaban.
. Estaba Marcelo, Hernán Trentini, Jorge Rifatti, Gustavo Monella...eran todos muy altos y todos iguales. Eran impresionantes. Más de dos metros todos y muy completos. Iban siempre juntos por todos lados en Cañada, asustaban. 

-¿Te llegó a marcar mucho León?
. Sí, a León lo escuchaba como si fuera un padre, aunque puedas estar o no de acuerdo con tu padre. León provocaba en mí eso, un imán sobre su persona. Y siempre te decía las cosas de manera muy educada. Con mucho respeto. Nunca lo escuché gritar. Era el entrenador perfecto con el que sueña cualquier jugador.

-¿Bajaste de peso?
. Bajé rapidísimo. Nos llevaban a correr por el parque municipal y los entrenamientos eran interminables. Terminé casi anoréxico.

-¿Cómo caés en Europa? Porque pasó todo muy rápido. Cuando vos te topás con León ya no eras chico, tenías 16/17 años. 
. Me acuerdo que un día viene alguien al club y dice que iban a llegar al club dos personas que están viendo jugadores para llevarse a Europa. Yo no le dí bola. Estaba en Cañada de Gómez, haciendo lo que me gustaba, y estaba conforme con eso. Llegan estas dos personas, que eran el entrenador Gaetano Gebbia y un señor bajito que era el general manager de la Reggio Calabria, Vito Amato. Cuando terminó la práctica me vienen a ver y me los presentan, y me preguntan si tenía parientes italianos. Yo no tenía ni idea. No se me cruzaba por la cabeza de lo que me estaban hablando. Agarré la bici, fui a mi casa, le pregunté a mis padres si teníamos parientes en Italia, me dijeron que sí, volví al club, le dije a esas dos personas que tenía parientes, entonces pidieron hablar con mi familia para llevarme. Hablaron con ellos y arreglaron. Era el último día que estaban en Argentina y nos eligieron a Rifatti y a mí. Supuestamente ellos ya habían elegido a dos chicos de Buenos Aires, pero después no los llevaron y nos llevaron a nosotros. Mi madre me dio el permiso pero quería que el pasaje tuviera fecha de vuelta. Era la primera vez que salía del país. 

- Y nunca más volviste a vivir a Argentina.
. No, no volví más. Esa primera Navidad volví con el pasaje de vuelta que pedía mi mamá y fue la única Navidad que pasé en Argentina hasta el día de hoy. Cuando volví me preguntaron qué quería hacer y yo les dije que quería seguir en Italia. Sufrí mucho esos primeros tres meses, porque extrañaba mucho, pero todo lo demás me gustaba. La adaptación con Jorge fue muy difícil. Muchas veces llorábamos los dos abrazados. Con Jorge tengo una relación muy especial. Lo quiero un montón. La vida nos separó, hace mucho que no lo veo, pero cuando lo escucho en el teléfono es como si lo hubiera visto ayer. Ni el tiempo ni la distancia va a modificar eso.

- En ese proceso, en donde te consolidás como jugador al punto que después te ficha el Milano, jugás para la selección U22 en la etapa en la que tuviste esa relación tan especial con Guillermo Vecchio en el Panamericano de Rosario. 
. jaja, ¿por qué me hacés reir?  

- Porque yo me acuerdo de esa época y ya tenías una rebeldía con 22 años que se notaba, eras bravo. 
. No, pará, pará, yo no era bravo, esto es equivocado. Este señor me pintó como rebelde...

- ...no, no, eras bravo, en esta le doy la derecha a Guillermo...
. ...no, no es así, Guillermo no tenía ni idea. Tuvo un culo enorme para tener siempre buen material para poder trabajar. Tuvo un culo tremendo. Ese sub 22 en Rosario era un equipo impresionante. Y antes tuvo a Campana, Milanesio... conmigo intentó modificar mi comportamiento, pero mi comportamiento era perfecto. Yo respeto al que respeta, ahora si no respetás, en mí vas a tener un enemigo, y eso pasó con Vecchio. Si lo viera mañana, no lo saludaría, porque es una persona que para mí no merece respeto. No voy a contarlas, pero es así. Yo soy muy leal, y me puedo encuadrar en un sistema, siendo bien tratada y respetada. Tengo mi carácter, obviamente. 

- Pensé que con esto de la espiritualidad del Coronavirus me ibas a decir que si te lo encontrabas le ibas a dar un abrazo y olvidar lo pasado hace 27 años. 
. No, no, yo para eso soy terrible. Vos me hiciste algo y no me respetaste, no merecés mi respeto. Te voy a ignorar, no te voy a hacer nada. Ahora, si me decís algo que no me gusta, dos cachetadas te podría dar. 

- Ahora, fijate qué cosa, porque Marcelo (Nicola), es mucho más político que vos, y se lo fumó muchos años...
. (interrumpiendo) No, pero pará, lo de Marcelo fue muy distinto. Marcelo jugó Atlanta 96, el Mundial. Los Juegos de Atlanta eran mis Juegos Olímpicos. ¿Sabés no? Por como yo estaba jugando. Era mi momento. Y él me lo negó completamente. ¿Qué respeto querés que le tenga?

-¿El ya no te convocaba o vos ya decías que no ibas a venir?
. No sé, él nunca lo explicó. No lo entendí. en el Panamericano de Rosario, en un partido, recupero una pelota y me caigo sobre la rodilla operada uno o dos años antes. Me había roto los cruzados. Fue un dolor terrible y me asusté mucho porque volver me había costado mucho, 8 meses. Y justo me había comprado el Milano. Cuando les dije lo que había pasado, me hicieron ir para allá en el primr vuelo. Llego, me hago los estudios y les digo entonces que tenía que ir con la selección al Mundial U23 de España. ¡Ni en pedo, no te movés de acá! me dijeron. Fue esa la situación. Llamo a Vecchio y le cuento el problema que tenía. Y ahí me dijo que era un traidor, que la patria, la bandera...¿cómo? No, le dije, se está equivocando. Bueno, las palabras no fueron esas, fueron mucho más pesadas. Y nunca más volví a la selección con él. 

- Eso era 1993, en 1995 pasás a la Roma con otro contratazo, en 1996 al Panathinaikos. Eras el jugador argentino más exitoso del momento, porque Nicola en Baskonia estaba muy bien, pero no jugaba Euroliga. Y en 1997 pasás a la Kinder Bologna. Para los chicos de hoy es la prehistoria, pero para los de nuestra edad es el salto de un argentino por primera vez al concierto internacional top, saliendo campeón de Europa en 1998 con Ettore Messina de entrenador. ¿Vos te dabas cuenta lo que estaba pasando a partir tuyo en Argentina? Nadie te veía jugar casi. 
. Yo veo ahora lo que pasa de que todo viene en directo y lo ve todo el mundo y digo que es el real valor que tiene un jugador. Hoy jugás en la NBA y en vivo te están viendo en Argentina y ven lo que estás haciendo. Tienen una respuesta. Yo esa respuesta nunca la tuve. Muy seguido me sentí abandonado por lo que era la prensa argentina. Llegó un momento que me hubiera gustado. Después lo empecé a ignorar eso. Seguí mi camino.  

- De alguna manera quedaste medio en el medio, porque vos ganás la Euroliga en 1998 y la del 2001, que gana Manu con Kinder, ya se vivió más globalmente. 
. Claro, porque yo gano la vieja Euroliga. La que gana Manu es la nueva. Volviendo para atrás, cuando yo estaba en Cañada, León estaba con sus dos hijos, Iván pequeño y Nicolás más grande, y Nico jugaba con nosotros y se creó una amistad, entonces iba a ver a casa de Nicolás, que era la de León, los casetes de la NBA. Para mí era increíble. Y León, cuando viajábamos con Sport, ponía casetes de Euroliga. Crecí viendo a la Jugoplastika. Entonces cuando gané la Euroliga, lo primero que se me vino a la cabeza fue esos viajes mirando eso. León nos decía que era la competencia más importante que existía. No sé cuánto ruido hizo en Argentina, pero sí se cuánto me costó ganarla.

- En 1997 volvés a la selección a partir del inicio del proceso de Julio Lamas, y se podría decir que recuperaste ampliamente el tiempo perdido con Vecchio, porque los años que estuviste, de 1997 a 2004, fueron los más increíbles de la historia del básquet argentino.
. Yo vuelvo con Julio, con momentos buenos, momentos malos, gente adentro del equipo que a lo mejor no tenía que estar más, gente que se iba sumando, algunos que luego lograrían lo que ya se sabe. Era un mix. Vino el Mundial de Atenas (1998), con altos y bajos...no puedo decir que viví un momento perfecto. Ese momento lo viví cuando Rubén (Magnano) agarra el equipo mayor. 

- Para mí el Mundial de 1998 es bisagra, con muchas cosas buenas y malas. Es la primera vez que se juega a otra cosa y creo que no se lo recuerda con justicia. 
. Yo no voy a decir nada malo. Se crearon cosas raras por la mezcla de generaciones. La vieja que quería seguir controlando y dictando leyes, y ya no estaban más para eso. Entonces se dio un conflicto de intereses. El Mundial no fue malo, podría haber sido mejor, pero se dio así. Empezamos a competir en ese nivel y eso ya era importante. 

- En 1999 compiten muy bien en el Preolímpico aunque no entran a Sydney, y en el 2001 queda claro que vos sos el líder, ya sin Nicola. Recuerdo perfectamente que a la vuelta del Premundial de Neuquén, en Aeroparque, me dijiste que estaban para pelear por el podio en Indianápolis. Nadie se animaba a decir eso. ¿Estabas convencido o lo hiciste para empujar al resto? 
. Totalmente convencido. La experiencia de vivir y rozarme con gente que ya jugaba a nivel muy alto y ser parte de rosters importantes en Europa antes de ir a la selección, me permitía entender cuál era el nivel de cada jugador. Todo este atar detalles me llevó a ver que el equipo de Neuquén, con esa garra y feroz determinación, no tenía techo. Podía hacer cualquier cosa. Como podía no hacer nada. Pero la posibilidad estaba. Viendo la relación que había entre los jugadores, que iba más allá de la relación entre atletas. ¿Cómo mierda son tan compinches? pensaba yo. No había visto muchos equipos que se llevaran tan bien fuera de la cancha. En Neuquén yo volví después de la sanción por doping y me sentí muy contento. 

- Alguien me contó que, por eso de la suspensión, cuando llegó el torneo de Neuquén tenías unas ganas de jugar que parecías un león en una jaula de un metro por un metro. 
. Jeje, yo viví una situación muy difícil, porque me juzgan por una sustancia que no fue verdad. Nunca tomé nada ni me drogué para tener una ventaja en el juego, y estaba pagando por algo que no había hecho. Era una injusticia increíble, pero en vez de matarte, eso me potenció. Entonces no veía la hora de volver a jugar. 

- Estamos en el 2001 para el 2002. Fichás para el Baskonia, venías de estar con Manu en la Kinder. Dos años increíbles, con Ginóbili MVP de la F4 de la Euroliga. Vos venías viviendo todo desde hacía 8/9 años, pero si tomamos el éxito de 1998, todo había pasado en un tiempo muy corto. De ser nadie, a ser todo. 
. Sí, fue muy rápido todo. Lo de Manu lo viví todo. Fue impresionante. Había visto pocos fuera de serie como él. La persona que me llevó a Italia (Gebbia), me llamó un día y me dijo que tenía varios jugadores para fichar y uno era Ginóbili. Ya, le dije. Ya. Levantá el teléfono y decile a Manu que lo querés acá. A Manu también le dije que la mejor opción era irse a Reggio Calabria. Me parecía que era un lugar donde iba a estar bien. Y así fue. La rompió. Y ahí lo vio Ettore y lo llevó a la Kinder. Jugaba con una facilidad increíble. Hacía lo que quería, cuando quería. 

- Sos testigo de dos historias que podés detallar. La primera: dicen que en una de las primeras prácticas con Kinder, Manu empezó a correr de un lado para el otro, con volcadas y demás, hasta que Danilovic (capitán de esa Kinder), paró la pelota, lo agarró y le dijo "Manu, este es mi equipo y acá se juega como yo digo". La segunda es sobre su famoso retiro, el de Danilovic, justo antes de empezar esa temporada. ¿Tuvo algo que ver la llegada de Manu?
. La primera. Yo estaba ahí, con el equipo de Danilovic. Llegó un momento que me pasan al otro equipo y Danilovic se queda con Manu y Jaric. Y yo voy con Rigaudeau y Abbio. Llega un momento en el que varias posesiones seguidas las tiraron todas Manu y Jaric. Y Danilovic no la veía. Entonces paró el juego, se puso la pelota abajo del abrazo, los llamó a los dos y les dijo "¿ustedes ven esto? Esta pelota es mía, y me la tienen que pasar a mí". La del retiro, el día de la presentación del equipo, estaba con Danilovic en el vestuario, me mira y me dice, "ey, argentino de mierda, yo me retiro". "Dejate de hinchar las bolas", le dije. "No, en serio, me retiro, no juego más". Él deja de jugar porque no tenía más cartilagos en los tobillos. El año anterior había terminado jugando cada partido con ese problema y estando 4 días sin poder caminar después de jugar. Dejó por eso, no por Manu.

- 2001/02, caés en el Baskonia de Ivanovic, en el momento más sargento de la historia. 
. Jaja, a mí me encantaba, era mi tipo de entrenador. Si te lo merecías, jugabas, si no no. No jugabas porque eras el mejor. A mí me encantaba.

-¿No eran demasiado cinco argentinos juntos?
. Lo que me cagué de risa ese año fue tremendo, y lo que sufrí físicamente también. Porque yo volví del Premundial sin equipo y nadie me quería fichar por lo del doping. Hasta que en diciembre aparece Baskonia, donde estaba este tipo, que había jugado en la Jugoplastikia, que estaba loco pero donde estaban todos los argentinos. Y quise ir. Para recuperarme como jugador y como ser humano. Y así fue. 

- Más allá de lo que ganaron, que quizá fue el año más exitoso del Baskonia en su historia, ¿esos triunfos les permitieron mantener la carga de adrenalina que duró hasta el Mundial?
. Estar en equipos exitosos le dio al equipo argentino la seguridad de poder jugar. Los argentinos muchas veces nos equivocamos y creemos que se gana con huevos. ¡Mentira! Se gana entrenando, en el gimnasio. El carácter lo tenés que tener porque estás compitiendo contra otra persona.

-¿Cómo recordás Indianápolis, con melancolía?
. No, no soy melancólico. Indianápolis fue algo hermoso. Fue así, sigue siendo así y lo recuerdo con mucho afecto, más allá de cómo terminó la final. Para nosotros fue muy importante empezar en Neuquén de esa manera y luego en Indianápolis asustamos a las potencias. Serbia nos gana por la experiencia. Si nosotros hubiéramos tenido la experiencia de Serbia, 8 puntos arriba a dos minutos de la final, ese partido estaba terminado. No supimos cerrar el juego. Me llenó el alma.

- La historia va a recordar a Atenas 2004, pero creo que Indianápolis 2002 va a quedar siempre en la memoria y ningún otro va a poder superarlo. Tuvo un aura especial y el que más cerca estuvo de equipararlo fue el de ahora en China 2019, pero tanto ahora perdiendo la final por 20 contra España o en aquella ocasión, ese resultado de la final no empaña para nada el resto del torneo.
. Es más, creo que fue más hazaña lo que hizo Argentina en el último Mundial que lo que hicimos nosotros. El del 2019 nadie le daba la chance de llegar a donde llegó. En cambio a nosotros nadie nos daba quizá la chance, pero nosotros sabíamos cuál era nuestro valor. Se necesitaba tiempo nada más para demostrarlo. Pero es cierto que ninguna de las dos finales empañó lo hecho. Jugué en muchísimos equipos que jugaban muy bien al básquet, pero que afuera no se llevaban tan bien. Y en los momentos de necesidad, eso salía afuera. Jugué también en equipos de mucho menos valor técnico, pero con una amistad increíble, y encontramos soluciones solamente por ese sentimiento. Estar juntos, vivir juntos, soportar el defecto del otro. El equipo de Indianápolis tenía todas esas cualidades.

- Después de 18 años, viendo la última jugada de vuelta, ¿no te queda la sensación de que siendo árbitro no la hubieras pitado la falta?
. No, ¿por qué? Vos sos árbitro y tenés que hacer valer las reglas todo el partido. No del minuto 1 al 38. Y del 38 al 40 no pités porque podés modificar el resultado. Había muchas cosas que podían perjudicar a los árbitros, y no nosotros. Creo que los árbitros se cagaron en las patas por eso. Entonces yo habría pitado la falta. La mía, la de Nocioni después que le tiran el hombro para abajo, y la que le pitan previa a Scola en la media cancha, no es foul. El único idiota que no entendió todo eso fue Pesic, al que después me lo encontré en la Roma y me hizo la vida imposible. 

-¿Por qué renunciaste después de ese torneo, siendo joven y con mucho para dar?
. Creía que el equipo no me necesitaba más a mí. Había jugadores jóvenes que pedían lugar. Y algo me decía que tenía que dejar. Una cosa es envejecer bien, ayudando a los nuevos, y otra es envejecer mal y no ser productivo. En 1998 había esos ejemplos, de gente que no envejeció tan bien y no ayudó.

-¿Te llamaron los jugadores y Rubén para volver, es cierto, por qué volviste?
. Por eso. Sí, me llamaron y me hicieron sentir que era como ser parte de nuevo de esa banda, como un último show que te llaman y te dicen "tocamos en Woodstock y después hacé lo que quieras". Y lo tomé así.

-¿Te encontraste con otra gente? Porque ya no eran los mismos. Manu dos años en la NBA, todos con más éxitos encima, el ego, en el buen sentido, más crecido.
. Me encontré con un equipo con mucha más experiencia, a lo mejor un poco más apagado, porque habían obtenido muchos resultados, pero siempre con la misma luz feroz en los ojos. 

- Recuerdo que Manu después de Atenas me dijo que antes del partido contra Grecia, pero también en la final, veía a los dos equipos calentando y pensaba "no podemos perder nunca".
. Había que tener coraje para pensar eso en una cancha con 22.000 griegos que gritaban. Era terrible. La seguridad que tenía nuestro equipo era impresionante. Era muy difícil sacarle el hueso a ese equipo. Probá de sacarle el hueso a un perro cuando está comiendo. Te va a cagar mordiendo. Era lo que nosotros éramos. Un perro con un hueso que no queríamos darle a nadie. Lo que vio Manu en ese momento era justo. Ese día había más de 22.000 griegos. Fue tremendo. 

-¿Te costó reengancharte en el equipo?
. Me costó, pero no desde lo humano, donde no tuve ningún problema. Me costó físicamente, estar al ritmo de ellos, entrenarme con ellos. Encima en el Diamond Ball me caí y me esguincé la rodilla operada. En un momento le dije a Rubén que me bajaba. "Yo te quiero a vos así", me dijo. Y fui. La pasé muy mal en los Juegos Olímpicos, porque después de lo de la rodilla, en el partido contra China un rival me hizo estirar el hombro y quedé con mucho dolor. La faja que le tiro al Puma (Montecchia) contra Estados Unidos fue porque no podía levantar el brazo derecho. 

-¿Cuándo caíste que eras campeón olímpico?
. Fue todo muy raro, porque después de ganar me llevaron a hacer el doping. Y después, a análisis de sangre. Me llevaron entonces a un hospital en Atenas. Imaginate lo que tardamos. Volví a la Villa y no había nadie. Todos los teléfonos apagados. En la habitación me bañé sin agua caliente, no comí porque estaba todo cerrado, así que esa fue mi celebración. Con la corona en la cabeza y la medalla. 

- Te falta confirmar la anécdota de la pelota. 
. ¿No la contaron ya Manu y Carlitos? Yo lo ví porque era el único sobrio. La cosa fue así. Yo estaba en una habitación pequeña, con mi cama al lado de la cama de Manu. Arriba de su cama estaba su valija, todo preparado, con la pelota apoyada arriba. Me acosté a dormir. A una cierta hora de la mañana, tiran la puerta al piso. Literalmente. Eran Chapu y Carlitos (Delfino). No te digo en el estado que estaban los dos. Chapu se me tira encima y me da un beso en la boca. Y yo le doy un puñete en los dientes. Entonces sale y dice '¿y esta pelota?'. La ventana estaba abierta porque hacía mucho calor y atrás había un bosque, donde hacían arco y flecha. Y le pegó un voleo tremendo a la pelota, que cayó en el medio del bosque. Ellos se fueron, yo me dormí, me levanté más tarde y me fui. Entonces salió que yo me había robado la pelota. Hasta que un día nos juntamos en Rosario todos y les pedí de aclarar las cosas, porque la gente me paraba por la calle y me pedía que le devolviera la pelota a Manu. Entonces Chapu y Carlitos aceptaron que habían sido ellos. Blanquearon todo. 

- A quince años de todo esto. Vos que la viste antes, ¿te imaginabas lo que vendría después?
. Había material para rato ahí. Creo que la Confederación trabajó muy mal y no se le dio a ese equipo la posibilidad de seguir creciendo con infraestructura de trabajo, de entrenamiento. Siguió ganando porque tenía talento. 

- Lo tenés muy cerquita ahora, casi como vecino. ¿El fenómeno Scola es casi ya para una tésis científica no?
. Y sí. No hacés lo que hacés, 14 puntos de media en un Mundial, con la edad que tenés, si no sos íntegro en cuerpo y mente. No lo podés hacer. Y él lo logra porque es de una madera buenísima, porque mentalmente es de otro nivel, porque físicamente se entreno siempre para ser el mejor. No era explosvo como el Chapu o veloz como otros, pero el chabón te lleva la escuela. Cuando lo hacés jugar con su pie de pivote, te hace bailar y no te das cuenta que estás bailando. Hoy le cuesta un poco más porque el básquet evolucionó mucho y los internos son muy rápidos. 

-¿Cómo seguís ahora vinculado con el juego?
. Sigo comentando por TV. Antes por Sky y ahora con Eurosport, hace 4 años. Hacemos Euroliga, Eurocup, Euro Challenge y el torneo italiano. Y además descubrí el padel y me hice profesor nacional de padel. Así que eso me ocupa mucho en el día. Enseño padel. Me hubiese gustado hacerlo en el básquet, pero nunca lo pedí tampoco. 

-¿Qué pasaría si mañana Scola se mete a directivo con la selección y te llama para participar?
. Voy corriendo. Me encantaría. Si yo estuviera ahí patearía muchos culos. Hay que hacer las cosas justas. No lo que le puede gustar a otros. Si no hacés eso, es justo que recibas una patada en el orto. Y que vayas a vender fruta al mercado. Yo haría eso. Me encantaría.

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

 

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