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NBA 2015/16

El nuevo villano del juego que Jordan destruyó

18:28 09/03/2016 | Curry dejó de ser simpático para muchos y empezó a ser tildado de mal ejemplo. La historia se repite, y en este caso, sólo pasaron dos décadas.

Curry recibe las mismas críticas que sufrió Jordan en su momento.

El magnifico partido que hizo Steph Curry ante Oklahoma City, un par de semanas atrás, llevó a quien ya era considerado el mejor jugador del mundo, a un nivel al que muy pocos tocados llegan en su era: el nivel de ¿es Curry humano? Y la pregunta es literal. ¿Es realmente humano?, ¿es posible hacer las cosas que hace o estamos en presencia de un caso digno de los Expedientes X?

En los últimos años, sin entrar en discusiones de nivel o comparaciones con otros jugadores, hubo un sólo basquetbolista que alcanzó ese lugar celestial: obviamente, Michael Jordan. Mientras que podemos entender el juego de LeBron James, Kobe Bryant o Tim Duncan, Curry y Jordan nos golpearon quebrando la barrera del imposible. Rompiendo reglas físicas y conceptos matemáticos.

El reconocimiento para ambos es innegable: Jordan es considerado por la mayoría como el mejor jugador de todos los tiempos, mientras que probablemente Curry se lleve un MVP unánime en esta 2015/16. Y sin embargo, acá estamos, raspando una superficie aparentemente impoluta y extrayendo defectos con una precisión de cirujano. O digna del propio Curry, para mantenernos en el tema.

Los fantasmas que han comenzado a rodear la figura de Curry por estos días, son los mismos que afectaron a Jordan durante buena parte de su carrera: la destrucción del juego. El mal ejemplo. Y si les llama la atención que estos fantasmas hayan aparecido cuando ambos llegaron al punto cumbre de sus carreras, no se sorprendan. ¿Hay un blanco más fácil que aquel que asoma la cabeza de la superficie?, ¿será nuestra propia mediocridad relativa, la que hace que intentemos encontrar puntos débiles en las demostraciones más explosivas de talento puro?

Primero, saquemos algo del camino. La teoría de que Curry es un mal modelo a seguir, no es una locura ni carece de sentido, al menos en términos puntuales. Realmente el enunciado es bastante básico y sencillo de comprender: las cosas que hace Stephen Curry en una cancha de básquet, llevarán al fracaso al 99,9% del resto de los mortales que agarren una pelota naranja. Es cierto, pero a la vez, no deja de ser una verdad velada y segmentada.

La grandeza es un concepto sumamente subjetivo, pero por el bien de la argumentación, pensemos en algunos ejemplos clásicos. ¿Son John Lennon y Paul McCartney un mal ejemplo por no saber leer una partitura? Después de todo, ese camino llevaría al fracaso a la gran mayoría de los que no compartan su talento. Vayamos a lo deportivo: ¿Es Diego Maradona un mal ejemplo como futbolista, por haber gambeteado a cinco ingleses en lugar de habilitar a un compañero libre?, ¿cuántos boxeadores terminarían en el piso si intentarán los movimientos defensivos de Muhammad Ali?, ¿y qué tal Abebe Bikila, ganando la maratón olímpica de Roma 1960 descalzo?

¿Son estas características las que definen a las leyendas, o simples detalles dentro de un panorama mucho más grande? Cuando hablamos de Curry en particular, no hablamos sólo del tirador más prolífico y brutal de la historia de la NBA. Hablamos de un buen compañero, de un jugador que ha trabajado muchísimo en los que eran vistos como sus defectos (defensa, seguridad con el balón) y que sigue entrenando durísimo, a pesar del lugar que ocupa. Hablamos de un ejemplo de profesionalismo adentro de la cancha y por lo que se sabe, también afuera de ella. Hablamos de un jugador inteligente, que respeta a su entrenador y es paciente con sus críticos. Que no le escapa a la presión y que ha superado las distintas derrotas y obstáculos de su carrera. Hablamos de un campeón.

En términos estríctamente basquetbolísticos, también minimizamos su realidad calificándolo como simplemente un gran tirador. Curry es también un muy buen pasador, un defensor que da lo mejor dentro de sus posibilidades físicas y un definidor con un sinfín de recursos, que no son producto de una inspiración mágica, sino del trabajo diario y del esfuerzo por superarse.

Ahora bien, el considerar a Curry un mal ejemplo, trae de la mano un concepto tácito: los problemas que esto generará a futuro, en el desarrollo de los jóvenes. De repente, imaginamos a chicos de 12 o 13 años destruyendo su potencial a lo largo de todo el mundo y cayendo como moscas, tras intentar disparos de mitad de cancha, lanzamientos sin posibilidad de rebote ofensivo o tiros a la carrera y fuera de balance. ¡Una verdadera pandemia que atenta contra la sanidad de los entrenadores y el arte del baloncesto idealizado por James Naismith!

Bueno, es verdad. No es difícil imaginar que para un chico la tentación del "querer ser" está al alcance de la mano, pero este escenario apocalíptico subestima varios factores. Por empezar, a los formadores, encargados justamente de evitar estos vicios que no son novedad ni un invento de Curry: los chicos toman malas decisiones y es la maduración, y el trabajo de los entrenadores los que ayudarán a moldear su juego. No la aparición de una superestrella que juegue con el libro de las reglas en la mano. En un mundo perfecto, con Tim Duncan como embajador del deporte, aún habría jóvenes con una selección de tiro inexplicable y generadores de dolores de cabeza para sus técnicos.

El otro factor que no debemos subestimar, es la inteligencia de los propios jóvenes. Otro enunciado que se ha escuchado mucho en estos días, es que Curry es una estrella más accesible o relacionable que otras, al no tener un físico o una capacidad de salto fuera de serie. Eso es cierto, pero en la práctica, su talento es tan inalcanzable como los músculos de LeBron o el vuelo de Jordan. Un chico puede intentar un triple a la carrera desde 10 metros, pensando que es sencillo. Pero eso no quiere decir que lo vaya a encestar. Y una vez que falle dos, cinco, diez, cien o quinientos de esos tiros, ¿realmente creen que lo va a seguir intentando? El sentido de supervivencia existe en todos los ámbitos y el básquet no es la excepción.

Los medios también tenemos nuestra cuota de responsabilidad en este asunto. Nos vamos con el fin del juego de Curry, sin acordarnos de los medios. Resaltamos actuaciones que arrastran errores teóricos, pero nos olvidamos de marcar todas las virtudes que ya puntualizamos (dedicación al trabajo, manejo de la presión, etc) por parecernos secundarias. O menos atrayentes. Pero si la selección de tiro de Curry es un mal ejemplo, hay otros 50 puntos que podríamos nombrar para contrarrestar ese calificativo desde lo global.

Además, y aunque suene a frase hecha, no debemos olvidarnos que esto es un juego, no una teoría filosófica. Salvo para los verdaderos protagonistas, ligados desde lo laboral/económico, el resto seguimos el básquet con la misma búsqueda que en cualquier otra atracción de la vida: el disfrute, la distracción, el divertimento. Y en ese sentido, negar a Curry tiene bastante de lo que marcamos previamente: envidia a un talento que escapa a nuestro raciocinio. El famoso miedo al cambio también está en la mesa de control, listo para ingresar.

Alguna vez se dijo que los genios no son consecuencia de su tiempo, sino inventores de un nuevo tiempo. Quizá tanto con la exaltación individual vivida con Jordan y los lanzamientos imposibles de Curry, no estemos ante otra cosa que ese mismo concepto: un tablero de juego completamente nuevo, al que tendremos que ir adaptándonos, sin mayor posibilidad de resistencia que al propio paso del tiempo. Mientras tanto, disfrutemos, que esta clase de fenómenos son tan infrecuentes como aquel cometa que observamos cada 76 años.

 

Juan Estévez
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @JuanEstevez90

 

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