Análisis

El dominio del león: la parábola de los cracks cerca del retiro

19:18 07/04/2017 | En tres meses hubo un retiro (Prigioni), un anuncio de retiro (Nocioni), uno que parece que va a seguir (Manu) y otro que piensa la próxima movida (Scola). Qué los une y separa en estos momentos de sus carreras.

Prigioni, Chapu, Manu y Scola

En el Podcast que hicimos con Manu Ginóbili hace una semana en San Antonio, la frase que, a mi entender, debió tener más trascendencia (no la tuvo), fue "ahora soy un león herbívoro". A lo largo de la nota, Ginóbili tiró varias veces la punta de cómo varió su posición en la vida y cómo digiere ahora de otro modo lo que antes no hubiese tragado nunca. Pero a eso iremos luego. En enero, Prigioni decidió retirarse repentinamente: "no tenía ganas ni motivaciones, estaba sufriendo", argumentó. Luego, en febrero, los Nets cortaron a Luis Scola. Luifa se quedó en Brooklyn y espera. Esta semana, Andrés Nocioni anunció que al final de la 2016/17 deja todo: "basta de pelear con rivales, basta de noches sin dormir por victorias con angustia o derrotas que son puñales. Se terminó…", escribió Chapu. ¿Qué relación tiene entre sí todo esto?. Hay varios análisis posibles al respecto, todos discutibles. Veamos.

De Ginóbili muchos piensan que es el tipo más competidor que haya pisado la NBA siendo extranjero. Así lo reconoció Popovich y muchísimos más. Pero él mismo dice ahora que en la actualidad se lo ve de esa manera más por su historia que por su presente. En el 2013, luego de perder las finales ante Miami, su cabeza hizo clic. No era más el de antes, se dio cuenta y, aunque tardó, se reinventó y logró domar su esencia (parte). Consiguió lo más difícil: pasarla bien, seguir siendo competitivo, pero aceptar la realidad del paso del tiempo. Para eso fue clave la llegada de sus hijos, que no es un detalle menor, sobre todo analizando cuándo llegaron (2010). 

En ese momento, Manu ya había ganado todo: Euroliga, Juegos Olímpicos, 3 anillos NBA... En la curva de la cima, los mellizos le permitieron ver las cosas de otra manera. No ocurrió instantáneamente, pero sí en el momento indicado, cuando la veteranía y el tiempo le marcó que no era el mismo. Hoy, puede disfrutar el juego porque puede disfrutar el no juego: su casa, su familia, su tiempo libre, el post partido. Lo pasa bien, porque hace lo que le gusta sin sufrirlo, sin pensar que debe ser el de antes, sin grandes sacrificios. Por eso pensar en que siga 1 o 2 años más suena razonable.

Para Prigioni y Nocioni, eso no fue posible. Ambos, tan competidores seriales como Manu, las realidades fueron distintas. Pablo se había acostumbrado a algo parecido a lo que vive hoy Manu en la NBA, pero en Europa le fue imposible. Primero, porque su rol no era el mismo. Segundo, porque el rigor europeo, de entrenamientos sobre todo, no permite tan fácilmente pasarla bien. Y Prigioni, a nuestro entender, no pudo allí terminar de hacer el clic que le permitiera disfrutar lo que le tocaba. ¿Demasiada competitividad, autoexigencia? Probablemene. 

No difiere demasiado lo de Nocioni. Impecable físicamente (MVP de la Euroliga 2015 con 35 años), a Chapu le cuesta gozar de un rol en el Madrid que, obviamente, no es el mismo de sus años mozos y, ni siquiera, el de hace dos años. Pareciera no poder aceptar, como lo reconoce en su carta, que las cosas son distintas ("como tengo claro que no podré cambiar mi temperamento jamás, ME RETIRO. Me voy antes de que me echen"). 

Mientras Manu reconoció poder convertirse en un león herbívoro, Prigioni y Nocioni, por distintos motivos, no lo consiguieron. Probablemente no les interesó tampoco, y está perfecto. Antes referíamos al tema de los hijos. Pablo y Chapu tuvieron sus hijos siendo bastante jóvenes y no encontraron en la primera paternidad el bálsamo que sí significó para Ginóbili. A ellos los agarró en la voraz mitad de sus carreras y, sin pasar inadvertido, claramente, no pudo provocar el mismo efecto que en el bahiense. 

¿Para qué lado se inclinará Luis Scola? Su caso es distinto. Es el más joven de los 4 (cumplirá 37 el 30 de este mes), tiene la misma mentalidad asesina del resto, pero también una cabeza que siempre le permitió colocarse donde le convenía, donde hacía falta, donde aceptaba la realidad que le tocara. Este año esa realidad lo golpeó duro y lo dejará varios meses sin jugar. Pero ¿alguien duda que volverá con la misma convicción de siempre? 

La contrapartida de ser ultracompetitivo es la energía que esa actitud genera y dónde se coloca cuando el cuerpo deja de respondar a los más altos desafíos deportivos al que está acostumbrado. Si se logra canalizar hacia algo externo (la familia, por ejemplo), la salida puede ser más larga e incluso placentera. Si no, puede convertirse en angustia. Y a ese punto, ninguno de los 4 mencionados quiso ni querrá llegar. 
 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

 

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