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José Ángel Antelo debutó en la Liga ACB a los 16 años y ni más ni menos que con la camiseta del Real Madrid, luego de haberse coronado campeón del EuroBasket U18 en Zaragoza 2004, competencia internacional en la que promedió 19.3 puntos y 10.2 rebotes por partido. Era uno de los grandes prospectos de una generación dorada para el baloncesto español, pero no pudo crecer al mismo ritmo que sus compañeros de camada. 

Nunca pudo afianzarse en el Madrid y tuvo una etapa en la Liga LEB Oro (segunda división de españa), que le sirvió de aprendizaje para volver más fuerte que nunca en la primera oportunidad que le llegó para regresar a la Liga ACB. Ese equipo fue UCAM Murcia, en donde fue compañero de Facundo Campazzo y Marcos Delía. Sin embargo, en los mejores momentos de su carrera aparecieron las lesiones, la mayoría de gravedad, que lo obligaron a anunciar su retirada de manera anticipada a los 31 años.

"A finales de 2013 me rompí el ligamento cruzado de la rodilla. Me cayó encima Tibor Pleiss. En ese momento estaba a muy alto nivel en el Murcia", comenzó a relatar el propio Antelo en una cruda entrevista con Diario El Mundo. Pudo sobreponers y regresar para ayudar al equipo en los tres años siguientes; quizá el 2016 fue su punto más alto, año en el que promedió 12 puntos y 46 por ciento de efectividad en triples para meter al Murcia en los playoffs. 

Pero en el 2017 comenzó la seguidilla de infortunios (dos roturas del tendón de Aquiles) que terminaron por acabar definitivamente con su carrera: "El siguiente año lo acabo sin entrenar, sólo jugaba, porque tenía dolor en el Aquiles. A los 10 segundos del primer partido de pretemporada, en Moralzarzal, noto como una patada, lo típico cuando se te rompe el tendón. La recuperación no tiene nada que ver con la de la rodilla, pero aun así vuelvo a jugar. En la Final Four de la Champions League, al minuto y medio, me rompo del todo". Fue la última vez que jugó profesionalmente.

El jugador a veces tiene que soportar situaciones inimaginables para perseguir su sueño. Antelo se animó a contarlo de manera cruda y sin esconder nada: "Cuando el médico abrió, todo era un desastre. Al principio no entendía lo que estaba pasando, mi idea era volver a jugar, pero salían hilillos de titanio del tendón como si fuese un jersey. Me veía la carne podrida. Me quitaban la piel muerta con una especie de cúter".

"Ahora camino más o menos con normalidad, con unas alzas. Para bajar las escaleras no me da, tengo que hacerlo de una en una. Bastante que conservo los dos pies", concluyó el exjugador, quien ahora deberá comenzar una nueva etapa de su vida con un estado físico disminuido como consecuencia de una carrera que estuvo signada por los golpes duros. Será cuestión de levantarse y seguir, algo a lo que está acostumbrado a hacer exitosamente.