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Los caminos hacia un objetivo pueden ser muy diversos, sino pregúntenle a Pascal Siakam, que hasta los 18 años no pensaba ni remotamente que podría llegar a jugar una final de la NBA. En su Camerún natal, sus padres lo inscribieron en una institución católica cuando era niño para que se dedique a la vida religiosa, pero a los 15 años se enfrentó a ellos para poder elegir otro forma de vida.

En ese momento, junto a un grupo de amigos, se anotó en un campus de la NBA y allí cambiaría su vida. Luc Mbah A Moute le vio condiciones sobresalientes en uno de esos torneos y construir una carrera en Estados Unidos comenzaba a aparecer en su cabeza. Siakam continuó progresando durante dos años en los distintos campus y fue invitado al Básquetbol Sin Fronteras que se realizó en Sudáfrica.

Su buen desempeño académico y su aptitudes para el deporte de la pelota naranja hicieron que universidades estadounidenses le ofrezcan distintas becas, y él aceptó. Jugó 3 años en la Universidad de Nuevo México y en 2018 fue distinguido como el mejor jugador del año en la Conferencia Oeste del básquet universitario.

Ese premio fue el último empujón que necesitó para probar suerte en el Draft de la NBA. Allí fue elegido por los Toronto Raptors. Las palabras de Masai Ujiri, el General Manager de la franquicia canadiense, grafican el gran progreso que realizó el jugador: “Cuando vi a Pascal en Básquetbol sin Fronteras, no podía decir que estaba viendo a un jugador NBA”. De tener una vida dedicada al catolicismo a ser la figura en la primera final de la NBA que disputó, así de sorprendente fue el camino de Pascal Siakam