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Las matemáticas no mienten, son puras y exactas. También son prácticas, racionales y predecibles. Están presentes en todo lo que vemos, percibimos y tocamos. Gracias a ellas se pueden utilizar la lógica y el razonamiento, el cálculo y las mediciones. Entendiéndolas se comprende el mundo en el que vivimimos, los movimientos, las formas y el porqué de cada objeto, el pasado, el presente y el futuro de cada sujeto y de cada sociedad. No tienen secretos, son netamente transparentes.

Pero dentro de todo ese orden y control existe alguien que lo cambia todo, un guarismo indómito que no entiende de patrones ni razones. Esa cifra es denominada Pi y es una verdadera rebeldía para las matemáticas, ya que, como demostró Johann Heinrich Lambert, se trata de un número irracional que no puede expresarse como fracción de dos números enteros. Tampoco es la raíz de ningún polinomio de coeficientes enteros ni puede ser aproximado por una secuencia de racionales. 

En ese mismo caos se puede ubicar a Darquavis Tucker, el extranjero que hace cinco temporadas viene llevándose a la Liga Nacional de Básquet por delante. Primero en Estudiantes y luego en San Lorenzo, dominando rivales y equipos a su antojo gracias a sus infinitas fintas, fundamentos, cambios de ritmo y una capacidad atlética divergente a la media del torneo doméstico. Puede tirar, penetrar, asistir y romper cualquier tipo de defensa en ataques estacionados o en transición, en cualquier momento del partido y ante cualquier afición. 

Precisamente en el costado ofensivo es donde Dar muestra su mejor versión, ya que promedia 13.4 puntos en apenas 22.3 minutos. Además, atrapa 5.0 rebotes, reparte 0.6 asistencias y convierte 4.7 tiros de campo por juego, algo que significa una disminución con respecto a años anteriores, especialmente en el apartado anotador (14.4 tantos en la 2018/19), pero que no deja de entrever el protagonismo con el que cuenta la principal opción goleadora de un San Lorenzo que no necesita de una sola arma para sobrevivir. 

Su fuerza reside en las penetraciones punzantes desde cualquier sector de la cancha. En el eje, los costados o las esquinas, Tucker hace uso de sus fundamentos y un primer paso explosivo para dejar atrás a sus oponentes e ir a chocar el aro independientemente de quien esté enfrente. A su vez, la cantidad de tiradores con los que cuenta el plantel de Nestor García le permite al foráneo tener espacios suficientes para desequilibrar sin que las defensas se cierren, ya que, si lo hacen, Dar sabe y entiende cómo y a quién descargar el balón. 

La cantidad de tiros que toma, las veces que va a la línea y la preponderancia que tiene en el entramado ofensivo del ciclón se ve reflejado en el PER (rating de eficiencia del jugador), el cual es el tercero más alto del equipo con 20.7. Además, su importancia es tal que es el titular que más porcentaje de uso tiene (25.5%) y el segundo del plantel que mejor rating ofensivo posee (116.8), sólo por detrás de Luciano González (125.4).

Junto con ello, hay otra variante que no sale en las estadísticas y esa es la capacidad para agarrar la pelota en los momentos difíciles, cuando el resto hace oídos sordos y nadie quiere tomar decisiones. Lo único que pide Dar es que el resto se abra para que él pueda liquidar a partir de un aclarado, que generalmente comienza en el eje de cancha. Si tiene vía libre ataca el aro o toma un tiro circense como sólo el puede hacerlo, demostrando que es uno de los extranjeros más dominantes de los últimos tiempos en Argentina. 

Así es que Tucker, como el número Pi, sale de la media y no entiende razones, vive a su propia manera y sin que lo entiendan, rompiendo moldes, destrozando rivales y liquidando partidos adonde se encuentre. Dar es sinónimo de victoria y así lo demuestran sus campeonatos en San Lorenzo y sus reconocimientos en Argentina y el continente. Es determinante, tiene personalidad y sabe qué hacer para ganar. Es distinto, es el ideal. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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