En muchos sentidos, Bahía Basket es una institución modelo para la Liga Nacional. Principalmente porque su visión primordial de “competir formando” está por encima de los resultados estrictamente deportivos. Así es como en cada temporada baja suele dejar ir a sus principales gemas, por lo que tiene que reconstruirse año a año. La previa a esta temporada 2018/19 no fue la excepción: Maxi Fjellerup se fue a San Lorenzo. Además habían perdido a Pancho Jasen (se retiró) y a un faro como Anthony Johnson, quien había terminado su vínculo el curso anterior tras una dura lesión (rotura de tendón de Aquiles) y no había renovado. Por su parte, Leandro Bolmaro fue fichado por Barcelona.
El plantel de Sepo Ginóbili arrancó la temporada solamente con dos jugadores mayores, ninguno de ellos de procedencia nacional: se trató de un tipo de la casa como Jamal Levy y de Gerson Santo. La idea fue clara: aumentar aún más el protagonismo de los chicos, con Facundo Corvalán y los hermanos Vaulet a la cabeza. Al mismo tiempo, a nivel estructural comenzaron a gestarse cambios profundos, los cuales comenzaron a producirse con el nombramiento de Martín Mackey como Director Deportivo de la institución. El día a día también estaba atravesado por los avances en la construcción del Dow Center, el centro deportivo integral y la nueva casa de Bahía Basket.
El Súper 20 sirvió para darle rodaje a pibes como Fermín Thygesen y Martín Fernández, que regresaron al club tras pasar el curso anterior en la Liga Argentina. También para desarrollar la idea de ser un equipo intenso y de transiciones rápidas. El récord global de los bahienses en el primer torneo del año fue 3-7, tras quedarse eliminados en los octavos de final contra San Lorenzo. La particularidad de esta competencia para Bahía Basket tuvo que ver con que no contó con Juan Pablo Vaulet ni con su hermano Santiago, quienes se quedaron en su córdoba natal durante ese tiempo para realizarse una serie de estudios.
La bomba explotó unos días después del Súper 20, cuando la institución bahiense confirmó la desvinculación de los hermanos Vaulet; según el comunicado, por mutuo acuerdo tras la petición de los jugadores. Pero la realidad fue que nunca quedó clara su salida: Juan Pablo finalmente pudo volver a jugar en esta temporada con la camiseta de Peñarol; Santiago no regresó porque necesitaba un reposo más extenso antes de realizarse más estudios. Al poco tiempo, también se confirmó la salida del preparador físico Cristian Lambrecht, quien se sumó a las filas de Guaros de Lara. Muchos cambios, de todo tipo, en poco tiempo, que sin duda trastocaron la fisonomía y los objetivos del equipo apenas unos días antes del inicio de la Liga Nacional.
La irregularidad fue el mal que acompañó a Bahía Basket durante toda la temporada, pero tampoco podría haberse exigido que todo marchara sobre ruedas para un plantel repleto de jóvenes, que conformaban el promedio de edad más bajo de la competencia. La idea de Sepo Ginóbili y de la institución era darle mayor rodaje a esos prospectos, pero quizá se vieron obligados a darle más minutos de los planeados en un primer momento. Definitivamente el inicio fue el peor momento del curso, ya que arrancaron la Liga con un récord 2-9 en los primeros once compromisos; en ese lapso, además, acumularon la racha negativa más larga (5; Gimnasia x2, Peñarol, Quilmes y La Unión).
Los refuerzos no tardaron en llegar, pero este ítem fue un déficit para Bahía Basket a lo largo de toda la Liga: las primeras dos incorporaciones fueron Eric Anderson y Jaison Valdez, pero ninguno de los dos duró mucho tiempo dentro del plantel antes de ser cortados. Luego llegó la desvinculación del venezolano José Materán. Estas idas y vueltas en torno a la conformación del plantel no hicieron más que exponenciar las debilidades del plantel, especialmente cuando le tocó jugar en condición de visitante, condición en la que completó un récord 4-15 a lo largo de la temporada regular. Eso sí, Eugenio Luzcando sí fue una incorporación que terminó siendo relevante en el resultado final.
El conjunto bahiense no terminaba de arrancar; en cambio, era uno de los que luchaba por escaparle a los playoffs por la Permanencia, por lo que dirigencialmente apostaron fuerte: a la llegada de Drew Martin se le sumó el fichaje de Patrick Sanders y especialmente el de Anthony Johnson un tipo absolutamente determinante como pieza interior y faro del equipo, pero que también conocía a gran parte del plantel y había sido una influencia positiva para sus compañeros. Sepo pudo trabajar con ellos dentro del plantel durante el receso por la sexta ventana FIBA. Tras este receso se produjo la racha positiva más larga de los bahienses: tres triunfos al hilo (Atenas, Ferro e Hispano Americano).
La mejoría fue clara a partir de que ganaron mucho peso en el juego interior y eso permitió que los jugadores del perímetro tuvieron un poco más de libertad de acción. Sin ir más lejos, pese a haber jugado solo 25 partidos en la edición 2018/19 de la Liga Nacional, Johnson se erigió como el goleador (15.4 puntos), el mayor reboteador (7.3 recobres) y el mejor valorado de Bahía Basket (18.3). El pivote le entregó soluciones al equipo, que definitivamente dio un paso hacia adelante en cuanto a la confianza y intensidad defensiva, especialmente en el tramo final de la temporada.
Se mantuvieron en los últimos puestos cuando llegaron los últimos partidos de la temporada, pero habían logrado establecer una brecha sobre los tres del fondo, lo que les daba cierto aire. Una serie de victorias ante rivales directos (Atenas y Argentino x2), no solamente les aseguró la Permanencia en la élite del básquet argentino, sino que además los metió en la postemporada, en donde se enfrentaron a Instituto por los octavos de final. Antes del cruce se confirmó el corte de Sanders (había sucedido lo mismo con Martin a falta de un puñado de juegos de la fase regular) y finalmente fueron barridos por los cordobeses (0-3), pero el objetivo principal ya estaba logrado.
La temporada 2018/19 fue de aprendizaje y crecimiento para muchos jóvenes jugadores, especialmente para juveniles como Caio Pacheco (5.6 puntos y 3.1 asistencias, en 21.6 minutos), Federico Elías (7.7 puntos en 15.6 minutos), Juan Cruz Marini (3.9 puntos en 16.5 minutos). Pese a tener 20 años, Facundo Corvalán (14.4 puntos y 3.8 asistencias) ya ha demostrado toda su valía en esta competencia y puede ser considerado como uno de los “veteranos” de este equipo y uno de los que mayores responsabilidades asume. Anthony Johnson fue fundamental dentro de los jugadores mayores, pero hay que hacer especial énfasis a la tarea de Jamal Levy, por su coherencia y liderazgo, más allá de su aporte en cancha (8.2 puntos, 6.5 rebotes y 1.9 asistencias).
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