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A seis años del adiós de Chapu Nocioni al básquet

20:46 16/06/2023 | Un día como hoy, pero de 2017, Andrés se despedía de las canchas con la camiseta del Real Madrid en la final de la Liga ACB.

Nocioni se despidió como profesional en Real Madrid

Un 16 de junio del 2017 llegaba un momento que muchos argentinos no querían que llegara. Andrés Chapu Nocioni, el Alma dentro del Alma como lo apodaron alguna vez, decía adios como profesional en Real Madrid. Fue con derrota ante Valencia y sin título de la Liga ACB, pero con un cúmulo de emociones.

En El Chapu, Memorias de un Guerrero, Andrés repasó ese momento:

Aunque el Madrid ganó el primer partido 87-81 (sin acción de Chapu), no había dado sensación de amplia superioridad. Y se confirmó en el segundo encuentro, también en Madrid, que el Valencia se llevó 86-79, igualando la serie y cambiando el factor cancha. Nocioni jugó ahí su mejor partido de las finales (13 puntos), pero no pudo revertir un trámite adverso. “Ellos llegaron muy bien. Todos. Fernando (San Emeterio), Dublevic, todos estaban bien. Y nosotros seguimos con la cabeza que nos había quedado después de la Final Four. Nunca volvimos a ser el que había terminado primero en la serie regular de la Euroliga. Valencia jugó mucho mejor que nosotros. Yo también jugué mal los partidos en los que entré”.

En el tercer juego, ya en Valencia, los locales dominaron a voluntad a partir del segundo cuarto y ganaron 81-64 (0 de Chapu, con 0/5 triples), quedando match point.

Esas horas no fueron fáciles para Nocioni porque, si bien aspiraba a llevar la serie a cinco partidos, y definir en Madrid, por cómo venían jugando ambos equipos, había altas posibilidades de perder, lo que significaba el final. Pero, fiel a su historia, Chapu pensaba en el equipo y no en él. “Una derrota no empañaba mi carrera. Cuando se pierde hay que aceptarlo. Al cuarto partido incluso entramos bien, después de varias charlas y reuniones que habíamos tenido en el grupo. Estábamos metidos, pero Valencia estaba mucho más metido que nosotros”.

Aunque el trámite fue muy favorable al Valencia casi todo el partido, Nocioni no podía con su genio y solo pensaba en darlo vuelta, no en que se acababa su carrera. Entonces corría, tiraba triples forzado, defendía...pero no alcanzaba su coraje. Recién en los últimos minutos, mientras descansaba unos segundos en el banco, su rostro comenzó a demostrar que estaba asumiendo la realidad. Se le acercó Gustavo Ayón y lo abrazó largamente. Cualquier otro hubiera llorado, pero Chapu se resistía a largar las lágrimas. Laso lo dejó en cancha en el cierre, como correspondía a un campeón, aunque fuera en la derrota y, faltando 4 segundos, con el estadio festejando ya su primer título, Llull le dio el balón y lanzó su último tiro. Falló, pero eso no importaba demasiado. La bocina final lo encontró algo triste, un poco desorientado. Solo atinó a recorrer la distancia que lo separaba de la platea donde estaba su representante, Claudio Villanueva, para darle un abrazo. Villanueva recuerda un hecho particular de ese momento. “Estaba todo el estadio festejando como loco y cuando Chapu me vino a abrazar, varios hinchas locales que estaban atrás mío gritaron ‘¡Chapu, leyenda!’ Respeto absoluto. Andrés es el hermano que siempre quisiste tener, el cuñado ideal, el yerno perfecto, el tipo generoso que está cuando lo necesitás, que se mata por los amigos, que no jode a nadie y que piensa siempre en colectivo”.

De golpe, a Andrés se le empezaron a venir imágenes a la cabeza. “Estaba tranquilo. Al fin de cuentas terminaba con una derrota, que es lo más común en la vida de un deportista. Pero no tenía nada que reprocharme”.  De a poco fue tomando conciencia de que todo se había terminado. Ya en el vestuario, sus compañeros, uno por uno, fueron a saludarlo y a felicitarlo por lo que había hecho en su carrera. Chapu guardó la ropa del último partido, camiseta, pantalón, zapatillas, y se fue con sus compañeros. Habían pasado casi 22 años desde aquel sábado 5 de agosto de 1995, cuando León Najnudel lo vio en la cancha de Unión de Santo Tomé. Jamás imaginó que iba a vivir lo que vivió. A ganar lo que ganó. A dar lo que dio. A recibir lo que recibió. Nunca se le cruzó por la cabeza que terminaría siendo el jugador del pueblo. El tipo más amado de la Generación Dorada. El motor y el corazón de un grupo de muchachos que cambió la historia del básquetbol argentino y también mundial. Y desde el primer día al último, más allá de los años, los títulos, los hijos, los cambios, hubo algo que se mantuvo inalterable. Siempre, absolutamente siempre, fue El Chapu.

Fuente: 
El Chapu, Memorias de un Guerrero

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