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Michael Jordan había decidido que el béisbol iba a ser lo suyo, el básquet ya lo había agotado y la muerte de su padre le quitó toda la energía necesaria para seguir jugando y tras el tercer título le dijo adiós a la naranja.

Entonces Chicago pasó a depender de Scottie Pippen, un jugador tan bueno como versátil, pero que a Jerry Karuse, Gerenal Manager, le dejaba ciertas dudas de si podía comandar solo al equipo con ilusiones de llegar lejos a pesar de no contar con Jordan. Pip no estuvo nada mal en la temporada que no tuvo a Su Majestad al lado, promedió 22.0 puntos, 8.7 rebotes y 5.6 asistencias, números más que interesantes.

Además, también estaba la controversia de su renovación y el desencanto que tenía el alero con Krause, por eso que salieron al mercado y llamaron directamente a los Sonics para ofrecerlo por Shawn Kemp. Era un traspaso mano a mano, Pippen superestrella consagrado de 28 años, por el atlético ala pivote de Seattle, de apenas 24 años.

En Seattle no vieron con malos ojos el trato, de hecho estaban dispuesto a aceptar la oferta y desarmar un binomio soñado con el contaban con Kemp y Gary Payton. Estos dos jugadores eran el símbolo de la franquicia y de los hinchas de los Sonics, por eso que alzaron la voz para oponerse.

Según la versión de The Reign Man, la razón que le dio Barry Ackerley, GM de los Sonics, fue elocuente y literal: “Ackerley me llamó y me dijo que no iban a hacer el traspaso porque la gente estaba llamando a las estaciones de radio locales y aseguraban que iba a quemar el estadio si me cambiaban”.

La historia a punto de cambiarse si no fuera por los hinchas de los Sonics. ¿Hubiera vuelto Jordan a Chicago sin Pippen en el equipo, hubiera ganado un título Seattle con Scottie haciendo pareja con Payton? El terreno de los imponderables entra en escena, pero lo que quedó claro es que ese traspaso hubiera sido histórico, tanto como la dinastía de los Bulls con dos nombres propios salientes, Michael Jordan y Scottie Pippen.