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Leandro Bolmaro, el basquetbolista que soñaba con correr en una pista

22:00 15/09/2021 | Seleccionado por los Knicks, pero traspasado de inmediato a Minnesota, el cordobés nunca paró de evolucionar. Su notable historia de superación.

Bolmaro tendrá un contrato de cuatro años (Foto: Prensa CAB)

Zapatillas que no frenan en el parquet, ropa ajustada y mirada desfachatada

Es alto, pero muy flaco

Su sonrisa le permite brillar y sus infinitas piernas despegar

En la pista de atletismo puede bailar y lo hace casi sin sudar

Nadie imaginaría que unos años después muchas franquicias de la NBA preguntarían por su nombre y aún menos que unas cuantas de ellas estarían cerca de elegirlo.

Sus padres le pusieron Leandro y Bolmaro es su apellido.

Nacido el 11 de septiembre del 2000 en el pueblo que hizo famoso Fabricio Oberto, Las Varillas, y que ahora lo mantiene en foco el escolta, sus tiempos se dividieron como el mar Muerto tras el accionar de Moisés.

Por un lado, el atletismo y por otro el básquet, no había lugar para un tercer amor, su corazón estaba partido en dos. Osvaldo, su papá, era un entrenador de minibásquet y su hermana, Camila, una medallista nacional en sus tiempos juveniles.

Dos vertientes, dos opciones. Leandro no tuvo otra chance, debía salir deportista. Torneos de salto, orden para el desorden y una idea de su padre fueron las que le permitieron a Bolmaro meterse en ese mundo que luego rendiría sus frutos.

"Siguiendo a la hermana, a los seis años empezó con el atletismo. Siempre creí que antes de los siete un chico o una chica no pueden jugar al básquet. Yo fui profesor de esa disciplina y consideraba que a esa edad no deberían practicar ese deporte porque, entre otras cosas, no llegan al aro, se frustran y algunos terminan abandonando. No podía competir hasta los ocho, pero como era grande de físico se anotaba y se hacía pasar por alguien más grande. Era un despelote de piernas corriendo para todos lados", le recuerda su papá, Osvaldo, a Básquet Plus.

Y no solo ese fue su primer amor: "El profesor de atletismo le empezó a poner unas varillitas en las vallas para que pasara adentro de ellas y fuera combinando movimientos. Recién a los nueve empezó a jugar al básquet, pero notabas que Leandro tenía condiciones naturales. Se desempeñaba bien en todos los deportes, en el vóley, al handball... hasta béisbol, je. Era un chico muy inquieto".

"Estoy convencido de que el atletismo fue muy importante para él. Su técnica de carrera, su salto, sus desplazamientos hablan de una formación física de base (entiéndase formación física) previa a jugar al básquet. Estas cosas lo hacen físicamente distinto para el puesto", agrega Nicolás Casalánguida, entrenador de Fuerza Regia en México.

Practicó ambas disciplinas y a los 16, cuando su cuerpo se plantó, tuvo que tomar una decisión. Un mes después decidió irse por la giratoria y disputó con El Ceibo su primera experiencia medianamente profesional, jugando la Liga Cordobesa a préstamo desde Almafuerte.

Esa celeridad que lo caracterizaba en la pista de atletismo lo siguió en la cancha y rápidamente demostró sus cualidades para luego dar el salto a Bahía Basket.

"La primera vez que lo vi en Bahía cuando vino me di vuelta y lo primero que le dije a sus entrenadores fue: 'Muchachos, no hagan nada, no toquen nada'. Dio un pase al poste bajo y con la pelota en el aire ya estaba cortando, se la dieron de pique y no sé si terminó en bandeja o volcada. Tenía 16 años y pensaba que si ya hacía eso solo... Muchas veces se fuerza, pero yo pensaba que no había que hacer nada, había que dejarlo", confesó Pepe Sánchez en una entrevista con la sección argentina de la NBA, alegando lo que sintió cuando lo vio.

En esa 2017/18 debutó en Bahía con 17 años y en 25 partidos con la celeste promedió 1.8 puntos y 0.6 rebotes que no eran siquiera una fracción de lo que podía hacer. No obstante, los especialistas sabían lo que tenía entre manos y eso se materializó cuando Barcelona tocó la puerta.

Rápido siempre y sin esperar por nadie se fue con sus valijas a España y su aventura fue creciente. Primero en el Barcelona B, donde promedió 10.3 puntos, y luego en el primer equipo con Pesic, teniendo minutos controlados.

A los 18 ya había debutado en la Euroliga y en la acb y aquellos que alguna vez dudaron estaban silenciados y un tanto atónitos. Las Varillas estaba otra vez en el primer plano.

Luego, en la última campaña llegó el gran Sarunas Jasikevicius y afirmó: "Voy a intentar ayudar mucho a Bolmaro". Además le dijo al cordobés que las vuelque todas, ¡todas!

Ya presentado en el Draft del 2020, el guardia no retiró su nombre cuando venció el plazo y siguió fogueándose bajo las alas del lituano, elevando su media anotadora a 3.1 puntos durante ese periplo.

(Y siguió volcándolas todas)

Cayó la noche y finalmente aquel atleta de ropa apretada y zapatillas coloridas cumplió su sueño cuando muchos dormían, disipando su duda de los dos deportes con el corazón dividido mientras que los Timberwolves lo aceptaban tras un traspaso con los Knicks en el pick 23.

mposible no agradecer al destino su consejo divino. La naranja lo cautivó y él la deseó. Argentina es Leandro y Leandro es Argentina.

La NBA, otra vez, se viste de celeste y blanco, mientras el flaco cordobés se deleita con su esencia disruptiva y su gracia divina.

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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