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Dirk Nowitzki siempre será considerado como uno de los más incansables jugadores que pisaron el parquet NBA. Desde que llegó a Dallas en 1998 debió sufrir muchísimas decepciones hasta conquistar ese rebelde anillo de 2011, siempre con el uniforme de los Mavericks.

Sin embargo, confesó que algunos días durante ese arduo proceso de decepciones no tenía ganas de levantarse para ir a entrenar. Sin embargo, el pensamiento de que sus rivales más directos, como Tim Duncan y Kevin Garnett, no estaban descansando siempre lo ayudaba a encontrar la forma de rendir.

"Siempre tuve que encontrar formas de motivarme. En verano, todos los días la misma rutina, seis veces, siete veces a la semana", recordó Nowitzki a través de Mavs.com. "Obviamente, hubo momentos en los que no siempre estaba motivado, pero siempre encontraba una forma. Ya sabes, estaba acostado en la cama por la mañana y no quería levantarme, y me decía a mí mismo: 'Che, Kevin Garnett no está acostado en la cama durmiendo en este momento, y Tim Duncan tampoco está acostado en la cama durmiendo, así que arriba y a entrenar”, sentenciaba el teutón.

"Una vez que llegaba allí y comenzaba la rutina, por supuesto, me divertía. A veces era simplemente superar el obstáculo, levantarme y ponerme en marcha. Pero siempre trataba de encontrar pequeñas formas de motivarme", agregó Dirk.

Para su tercera temporada en la NBA, Dirk se convirtió en uno de los mejores jugadores de la liga. Sin embargo, su dominio individual nunca se tradujo en campeonatos, aunque los Mavericks tuvieron algunas profundas carreras en postemporada. En 2007, Nowitzki y los Mavs fueron sorprendidos por Golden State Warriors en la primera ronda de los playoffs. El hecho de que acabaran de perder en las Finales de la NBA el año anterior lo hizo aún más difícil de aceptar. Fue el punto más bajo de la carrera de Dirk, pero al mismo tiempo, también se convirtió en su mayor motivador.

A partir de ese momento, Nowitzki trabajó incansablemente para recuperarse y, en 2011, finalmente llevó a los Mavs al primer título de la NBA en la historia de la organización, después de una de las carreras más impresionantes en la historia de la liga ante el poderosísimo equipo de LeBron James y Dwyane Wade en Miami Heat. Lograr ese éxito, y que haya sido considerado como el anillo más épico de la historia, sin duda fue la mejor revancha después de tantos intentos.