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Las historias de los jugadores de la NBA de unos quince o veinte años atrás resultan siempre interesantes no solo por lo que se cuenta, sino porque marca la diferencia entre una época y otra de cómo se jugaba físicamente en la mejor liga del mundo. Chris Webber en una entrevista en el programa Dan Patrick Show se encargó de sacar sus propios demonios cada vez que le tocaba medirse contra John Stockton.

“Stockton llegaba a los partidos en una minivan, sacaba a sus hijos de la camioneta, entraba a la cancha y nos hacía estallar”, graficó Chris Webber sobre John Stockton, hablando no solo de las cualidades técnicas, sino que resaltando en gran manera la fiereza que tenía para competir con una mentalidad muy dominante.

En la charla que tuvo con Dan Patrick expresó que llamaba a Stockton como el hombre más malo del mundo, ya que pudo percibir en muchos de los enfrentamientos la rudeza con la que jugaba el armador noche a noche, en uno equipo ríspido como lo era el Jazz que también tenía entre sus filas al cartero Karl Malone.

“Una vez nos enfrentamos a Utah en playoffs, quienes eran candidatos en el oeste y sentí que nuestro equipo estaba un poco intimidado por ese duelo. Entonces le dije al coach Rick Adelman que le iba a entrar duro a Stockton en la primera jugada  del partido”, arrancó el relato Webber sobre su encontronazo contra el base, advirtiendo que su potencia física se iba a hacer sentir ante la humanidad del oponente de 1,85 de estatura.

“Le puse una de las pantallas más fuertes de toda mi carrera, es más tengo aún un poco de su cabeza en mi hombro y reconozco que fui un poco sucio en esa jugada. Tras esa acción aparece detrás de mí me da una palmadita y me dice ‘buena pantalla’ ¿entiendes lo desmoralizante que fue eso para mi?”, describió el ex Kings admitiendo su desmoronamiento tras aquel intento fallido de amedrentar o desestabilizar psicológicamente a Stockton.

John Stockton demostró que sin hablar mucho, sin hacer cosas extravagantes fuera de la cancha, podía dominar a muchos en la liga, solo se trataba de hacer lo correcto en el momento adecuado, un básquet muy simple que lo llevó a ser integrante del Dream Team, el verdadero equipo de los sueños de USA en los JJOO de Barcelona 92