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Aquille Polonara no es el mismo de hace 4 meses. Hasta fines de setiembre, era un jugador que, 31 años, en los últimos 4 había explotado casi sin darse cuenta. Del Sassari pasó al Baskonia, allí tomó impulso, subió a la Euroliga y luego pasó por los equipos más poderosos (Fenerbahce, Anadolu, ahora Bologna, también Zalgiris) y saltó a un rol más importante en la Selección de Italia. 

Sin embargo, el 6 de octubre del año pasado, los médicos lo bajaron de su nube de ilusión con la frase más dura: "Tienes cáncer en los testículos". Si bien no es de los más peligrosos, la palabra cáncer de por sí impacta y golpea. De entrada, claro, no solo no sabía si iba a volver a jugar al básquet, sino que tampoco sabía si iba a vivir, algo bastante más importante. Por eso todo su universo cambió, y así lo contó en una entrevista con los colegas de La Giornata Tipo esta semana: "Desde que me pasó esto aprecio todo de manera diferente, desde la cosa más simple y trivial como levantarme, desayunar y, al irme al entrenamiento, pensar lo afortunado que era. Cuando volví al equipo, aunque no fue al nivel más alto, ¡a quién le importaba! Ya estar con el equipo era lo que más quería". 

Polonara no tiene problemas en recordar la historia completa. "El 6 de octubre del 2023 acompañé a mi hija a su cama y luego me puse a mirar las redes sociales, mientras veía si llegaba algún email. Y entonces llegó uno de la Fiscalía Federal Antidopaje. En ese momento entré en shock, porque me he hecho muchísimos controles y jamás había recibido un email. Eso para solo si hay algo que está mal". 

El número que no era bueno era el del HCG, una hormona que suele dar números altos en las mujeres embarazadas... o en algunos tumores, principalmente de testículos en el caso de los hombres. "Enseguida me puse a buscar en internet que era el HCG y encontré que Francesco Acerbi (futbolista italiano de había sufrido algo así unos años antes. Por un lado, yo estaba tranquilo porque sabía que no había tomado nada para que me diera mal el estudio del doping. Pero estaba preocupado por lo otro, porque si no había consumido nada, quería decir que en mi cuerpo había algo... En ese momento entró mi mujer al cuarto y me preguntó por qué no estaba durmiendo mi siesta, y le dije que me había llamado mi hermana, algo que era mentira". 

El médico del equipo, al que Polonara llamó inmediatamente, organizó una visita a un urólogo. Cuando se encontraron para ir, Polonara lo inundó a preguntas. El médico le dijo que se quedara tranquilo, que su vida no corría peligro y que volvería a jugar al básquet si tenía cáncer de testículo, algo que Polonara le había preguntado de entrada. Cuando el examen terminó, Achille escuchó al médico que en un momento dijo "ahí está" y se dio cuenta al instante que lo que estaba era el cáncer. 

Increíblemente, al otro día del estudio (8 de octubre), Polonara jugó por la Lega de Italia contra el Varese y fue titular. Ninguno de sus compañeros sabía lo que le pasaba. Solo él, el médico, el coach Luca Bianchi, el director deportivo del Milano y el CEO del equipo. Cuando terminó el partido, Bianchi comenzó su charla diciendo que desafortunadamente Achille no iba a estar por un tiempo con el equipo por un cáncer testicular y, obviamente, todos lo miraron inmediatamente a él. 

"Mi esposa intentaba desdramatizar todo pero yo sabía que ella estaba mal. Porque tuvo que hacerse cargo de todo y sé que fue difícil para ella. Tuvo que explicarle a nuestra hija mayor que no era nada grave lo que pasaba". Por suerte para Achille, se pudo operar rápido y al día siguiente se fue. El 12 de octubre sus compañeros lo visitaron de sorpresa en su casa y Polonara sintió eso como un enorme gesto del grupo hacia él. 

El tema vino después. Aunque no era obligatorio, por precaución se le recomendó hacer un tratamiento de quimioterapia, porque con eso las posibilidades de que se repita bajan sustancialmente. "Cuando se habla de quimio, uno escucha que se siente cansancio, que se cae el pelo, etc. Pero no es tan sencillo. Los primeros días, hice 5 quimios de 7 horas cada una y engordé 5 kilos. Después de la última quimio me sentía realmente agotado. Como si hubiese dormido 1 hora en una semana. Cero energía". 

Lo que peor puso a Polonara fue la pérdida del pelo. Nunca lo había usado rapado. Y como no se le cayó inmediatamente, pensó que ya no ocurriría. "En la tercera semana, después de un entrenamiento, después de ducharme, iba a secarme el pelo y de pronto ví que todo había quedado en el lavabo. No lo podía creer. Como me habían quedado mechones sueltos, finalmente me afeité y listo. Tenía que pensar en que lo único importante era estar bien". 

Apenas 51 días después de la operación, Achille volvió a jugar oficialmente. Fue el 3 de diciembre, en una cancha especial: el Buesa Arena de Vitoria, donde se había producido su explosión 4 años antes. "Había jugado pocos partidos en la temporada antes de la operación, por eso ese encuentro fue emocionante. Me acuerdo que vino a saludarme Kelsey Weems, exjugador de la Virtus como si fuera mi debut. Fue como el comienzo de mi segunda carrera. Eso sí, a la tercera vez que corrí la cancha estaba muerto. No estaba en condiciones de jugar. Fue duro. Pero igual no pedí el cambio".

Polonara, obviamente, todavía no es el jugador que supo ser, pero su positividad en todo momento hace indudable que lo logrará: "Nunca pensé en la muerte. Honestamente. Sí tuve malos pensamientos en cuanto al básquetbol. No iba a aceptar tener que retirarme a los 32 años".