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La reciente decisión de la familia Grousbeck de poner a la venta a los Celtics ha resonado como un trueno en la comunidad de la NBA, justo después de que el equipo celebrara su decimoctavo título de campeonato. Fuentes cercanas al equipo indican que la raíz del asombroso giro se encuentra en las penalizaciones fiscales de lujo, las cuales se proyectan en un escalofriante total de $280 millones. Este número no solo representa una cifra récord, sino también un punto de quiebre en las dinámicas financieras internas de la familia propietaria.

El conflicto interno no es menor: Wyc Grousbeck, el rostro público de la franquicia, versus su padre Irving Grousbeck, quien posee la mayoría accionaria y ha mostrado reticencia a seguir financiando las pérdidas proyectadas. La carga financiera se ha vuelto insostenible, especialmente con compromisos salariales que incluyen jugadores estelares como Jayson Tatum y Jrue Holiday, ascendiendo a más de $500 millones combinados en salarios y penalizaciones fiscales para la temporada 2025-26. La presión está llevando al equipo a explorar nuevas opciones de propiedad.

Este escenario no solo subraya los desafíos de gestionar un equipo campeón en la NBA moderna, sino también las complejidades de mantener un plantel competitivo en un entorno económico cada vez más punitivo. A lo largo de los años, equipos como los Golden State Warriors y los Phoenix Suns han enfrentado desafíos similares, acumulando cientos de millones en penalizaciones fiscales. Para los Celtics, un equipo con un legado histórico, las expectativas de éxito se enfrentan a las realidades financieras crudas.

El futuro cercano para los Celtics y sus aficionados es incierto. Mientras se preparan para una posible venta, que podría alcanzar cifras récord de hasta $6 mil millones, la pregunta persiste: ¿Podrá el nuevo propietario continuar el legado de éxito mientras maneja las complejidades financieras inherentes a tal compromiso? Este momento marca un punto de inflexión para uno de los equipos más laureados de la NBA, donde ganar tiene un costo elevado, y ahora, ese costo parece haber superado incluso las expectativas más extravagantes.