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Si retrocedemos apenas 12 meses atrás, los Milwaukee Bucks eran considerados por la amplia mayoría como uno de los equipos con más futuro de la NBA. De hecho, no solo futuro, sino también presente, habiendo clasificado a los playoffs durante la 2014/15 y dejando una buena imagen en los mismos. Sin embargo, todo eso cambió en un año: Milwaukee viene de una campaña muy floja y tendrá que empezar prácticamente de cero para volver a la senda correcta.

¿Qué pasó en esa 2015/16? Básicamente, el equipo perdió la química que traía. La llegada de Greg Monroe y la aparición de Jabari Parker (se había perdido casi todo su año de rookie por lesión) prometían darle a los de Kidd un poderío ofensivo que no tenían en el pasado. Pero lejos de eso, ninguno de los dos terminó siendo lo determinante que se esperaba en ese costado y aún peor, rompieron con lo que era una de las escuadras defensivas más prometedoras del torneo.

Además, los Bucks tuvieron problemas en una posición fundamental como la del base. Michael Carter-Williams no se termina de afianzar en la NBA y parece haber perdido su lugar ante el australiano Matthew Dellavedova. Con el ex Cleveland, los Bucks intentarán recuperar parte de ese juego colectivo y capacidad defensiva que tanto los caracterizó dos años atrás.

Más allá de Dellavedova, el equipo no ha tenido grandes movimientos. Llegaron Jason Terry, Mirza Teletovic y Michael Beasley, todos especialistas ofensivos que traerán puntos desde el banco. Los rookies, Malcolm Brogdon y Thon Maker, parecen partir desde atrás en la rotación y no se espera un gran protagonismo de su parte, aunque en el caso de Maker, podría ser importante en lo defensivo, gracias a su longitud y movilidad (la clave del esquema de Kidd en su propio campo).