NBA 2016/17

La era de los superequipos: ¿el fin de la competitividad?

19:20 27/05/2017 | La NBA ha perdido la paridad de otros años, sacándole interés a su etapa de playoffs y haciendo el torneo más previsible que nunca.

Los Warriors y sus cuatro superestrellas

Hasta hace algunos años, la máxima indicaba que para ganar un campeonato, se necesitaba una superestrella en el plantel. Sin ella, se podía tener una buena fase regular o incluso ser competitivo en los playoffs, pero a la larga, solo los equipos con los LeBron, los Durant, los Bryant, los Duncan y demás astros de cada era, podían tener reales expectativas de pelear por el anillo. Hoy no solo esa necesidad se ha mantenido, sino que se ha potenciado: sin al menos tres figuras determinantes, no parece haber posibilidades de ilusionarse con el trofeo Larry O´Brien.

Es imposible determinar exactamente cuándo comenzó esta era de los superequipos. Algunos apuntan al año donde Boston junto a Ray Allen, Paul Pierce y Kevin Garnett, sumándole luego la explosión de Rajon Rondo. Otros hablan del famoso Big 3 de Miami, con LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. Pero más allá de cuál haya sido exactamente el punto de partida, hoy está claro que nos encontramos en el esplendor de esa etapa, que ha conseguido su punto máximo en la actual 2016/17 con Warriors y Cavaliers.

En el pasado hubo algunos intentos similares que no funcionaron del todo: los Lakers de Kobe, Shaq, Malone y Payton son un ejemplo (llegaron a la final contra Detroit, pero perdieron y el equipo se desarmó con serios problemas entre sus integrantes) o lo que los propios angelinos realizaron hace un par de campañas con Bryant, Howard, Gasol y Nash (barridos en la primera ronda del Oeste). La diferencia es que en ambos casos se trataba de algunas figuras en el pico más alto de sus carreras, rodeadas con estrellas ya veteranas, que estaban lejos de ese momento. Lo de estos últimos años fue diferente: nos encontramos con franquicias con tres o hasta cuatro jugadores determinantes y encima, en la edad perfecta.

Cuando mencionamos la importancia de la superestrellas para ganar un campeonato, se entiende que uno de los factores que juega a favor de esa imperiosa exigencia, es que esa clase de jugadores no sobran. Figuras hay muchas, pero aquellos realmente trascendentales, se pueden contar con los dedos de las manos. Y si un puñado de esos protagonistas se reparten entre apenas dos conjuntos, los resultados que se vieron en estos playoffs son completamente previsibles.

Pocas veces hubo una temporada donde todo el mundo tenía tan en claro quienes serían los finalistas. Podía haber sorpresas, por supuesto, pero no hacía falta ser un especialista para prever que tanto Cleveland como Golden State volverían a encontrarse en la definición. Tal fue su dominio (Warriors 12-0 y Cavaliers 12-1), que los playoffs 2017 se transformaron en uno de los más aburridos y disparejos de la historia. Hubo muchísimos encuentros que se termminaron en la primera mitad y varios con diferencias exorbitantes. La final seguramente volverá a ser grandiosa, es cierto, pero el camino transcurrió en un escenario monótono y sin emociones fuertes.

Hace algunas horas, Kevin Durant salió a su defensa diciendo que él no tenía la culpa de lo mal que estaban algunas franquicias del torneo. Pero si tenemos en cuenta que los Warriors venían de tener el mejor récord de todos los tiempos en la temporada anterior y que sin perder a grandes valores, sumaron a un candidato fijo a MVP como Durant, no es difícil entender por qué se apunta a ese movimiento como uno de los fundamentales para esta realidad de la liga. ¿Se lo puede culpar directamente al ex alero del Thunder? Probablemente no, después de todo, cada jugador tiene la potestad para elegir dónde seguir su carrera y su decisión fue inteligente desde un punto de vista personal y deportivo. Sin embargo, sería una ingenuidad creer que esa determinación no ayudó a tener un torneo increíblemente dispar.

La NBA siempre se ha caracterizado por la búsqueda de que todas las franquicias tengan las mismas posibilidades a la hora de pelear por un campeonato, pertenezcan a un mercado chico o al más grande del mundo. Para eso existen medidas como el límite salarial o el orden en el Draft. Por otro lado, es cierto que parece complicado imaginar una determinación que detenga la creación de estos famosos superequipos, pero si no hay un cambio de contexto, la liga perderá interés para muchos. Y eso, en una competencia que se ve 100% como un negocio, por supuesto que no le conviene a nadie. Todo superhéroe (o superequipo) precisa su némesis. Y por ahora, en esta NBA, esas fuerzas opositorias siguen brillando por su ausencia.

 

Juan Estévez / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @JuanEstevez90
 

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