Biografía autorizada

Adelanto exclusivo de El Chapu: cómo recuerda Nocioni el partido del 2008 contra Lituania

18:03 24/08/2018 | El 5 de setiembre se lanzará formalmente la biografía autorizada de Andrés Nocioni, El Chapu. Hoy, te hacemos el primer anticipo, aprovechando el 10º aniversario del bronce ante Lituania, uno de los partidos más simbólicos de Andrés.

Portada y contratapa del libro El Chapu, a pocos días de su lanzamiento

El próximo 5 de setiembre se realizará el lanzamiento oficial de la biografía autorizada de Andrés Nocioni, El Chapu, y aprovechamos que hoy se cumplen 10 años de uno de sus partidos más representativos para hacer un adelanto exclusivo. Así se cuenta en el libro el partido contra Lituania, en Beijing, por la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos.
 

La situación era compleja. Lituania era poderosa y Argentina afrontaba el juego sin su as de espadas, Manu Ginóbili. Para sorpresa de todos (todos incluye compañeros, entrenadores), el bahiense viajó vestido de jugador a la cancha, con un pequeño bolsito. Ya en el estadio, se vendó, se puso las zapatillas y fue a tirar y a probar su tobillo. Así, unos minutos. Cuando se dio cuenta de que no había manera, frustrado, se volvió al vestuario y se calzó los jeans con los que vería el juego desde el banco. Sus compañeros, al notarlo abatido, no atinaban a hablarle. Algunos pasaban y le acariciaban la cabeza, pero no más que eso. Otra vez Argentina jugaría un partido definitorio sin una de sus máximas figuras, como en Indianápolis 2002, como en Atenas 2004.

La charla técnica no fue fácil, pero dio lugar a otra historia que pinta a Chapu de cuerpo entero. Dice Sergio Hernández: “Habíamos puesto las láminas, con cruces, flechas, etc, porque la idea era defender a Ramunas Siskauskas con cambios y recuperaciones. Cuando termino de explicar todo, Chapu pide la palabra y me dice ‘Sergio, ¿vos querés que lo defienda a Siskauskas? Porque de lo que dijiste no entendí nada. Dejámelo a mi solo que lo defiendo’. Y no se la dejó tocar”.

Con Siskauskas se había hecho el trabajo previo clásico con Chapu: ponerle fichas. “Lo volvimos loco con que Siskauskas era el mejor tres de Europa -dice Ginóbili. Lo pinchábamos siempre, con todos. Cuando tocó Kleiza, Navarro o el que fuera. Era muy fácil de pinchar”. Delfino grafica el método que utilizaban: “Le decíamos, andá a soplarlo a Siskauskas. Porque cuando él se enoja y quiere defenderte, empieza a respirar como un toro”.  Prigioni describe lo que era ese Nocioni: “Un competidor feroz, que no le tenía miedo a nada, no era intimidado por nadie y tenía una confianza brutal en sí mismo, con un punto de inconsciencia que lo hacía competir a niveles insospechados”.

Hernández consideraba que la clave pasaba por desgastar a Sarunas Jasikevicius. A pesar de su angustia, en un momento donde muchos hablaban sobre ese punto, Manu los paró a todos y les dijo: “El entrenador considera que la cabeza de la serpiente es Jasikevicius y que hay que cortarla. Entonces tenemos que hacer eso”. Y se acabó la discusión.

El formato del vestuario era una ele. Casi al final de las indicaciones de Oveja, Manu se levantó y se fue al otro costado, donde nadie podía verlo. Y empezó a llorar. Aunque quería evitarlo, todos lo escucharon. No hacía falta verlo. No hacía falta hablar más. Si había un último incentivo para dar todo, era ese. “Cuando salíamos para la cancha, me acerqué a Manu, le di un abrazo y le dije ‘muchas veces nos llevaste vos a los éxitos, esta vez te vamos a dar nosotros a vos la medalla de bronce’. Automáticamente me olvidé de que él no iba a estar y me empecé a ocupar de mi lesión y mi dolor, porque me molestaba mucho. Pero cuando empezó el partido se me fue de la cabeza”.

No hay forma de explicar lo que ocurrió en la cancha. Sin Ginóbili y con Nocioni en una pierna, Argentina salió al campo a comerse, literalmente, a su rival. “Salimos como a la final de Atenas. Queríamos la medalla. Habíamos hablado mucho de lo importante que era irse con el bronce. Nos metimos muchas fichas entre nosotros, como hacíamos siempre”.

El primer cuarto fue parejo, pero en el segundo, con injerencia decisiva de dos jugadores que no habían tenido mucha participación antes, empezó el despegue. Paolo Quinteros clavó 3-3 triples y Leo Gutiérrez otra dos bombas (había anotado 6 puntos en todo el torneo hasta ese juego), para que Argentina se fuera al descanso largo 46-34. La euforia de Nocioni, principalmente, era imparable. Gonzalo García, asistente de Hernández, tiene una imagen fijada en su mente de ese instante: “Cuando salíamos para los vestuarios, coincidimos en el camino con los lituanos. Los nuestros estaban como poseídos y Chapu no paraba de gritar ‘¡ahora a estos lituanos les vamos a romper el orto, les vamos a romper el orto!’. Me dio miedo a mí. Y, aunque no supieran español, los lituanos entendían perfectamente lo que quería decir Chapu”.

Nocioni y el resto cumplieron. Hubo varias acciones que reflejaron lo que pasó ese mediodía en Beijing. En el tercer período, con Argentina ya arriba por 18, Lituania pidió tiempo muerto. Manu le dijo ahí a Chapu que no se le pegara mucho a Siskauskas porque podía dejarlo pagando. En el ataque siguiente, Siskauskas tomó el balón en la media cancha y Nocioni, pegado, empezó a tirarle manotazos para robarle el balón. Uno, dos, tres, hasta que en uno se lo birló y se fue solo para volcarla. “Apenas la enterró, nos miró a todos en el banco, especialmente a Manu, y no paraba de reírse; había mantenido su idea y ahí tenía el premio”, dice Lamas. Agrega Prigioni: “En el robo Julio me dice ‘mirale la cara, mirale la cara’. Echaba fuego por la boca. Estaba dejando la vida. Como le habíamos puesto tantas fichas con Siskauskas, le salía humo por las orejas. Todo el tiempo decía ‘me lo voy a comer, me lo voy a comer’. Y se lo comió”.

“Veníamos muy eufóricos porque estábamos controlando el partido, y a mí se me nota más la euforia cuando estamos así. Manu quiso hacerme bajar un cambio por la diferencia que llevábamos, pensando seguramente que me podía mandar alguna cagada, pero yo lo tomé como un desafío. Apenas me dijo eso, automáticamente salí a presionarlo. Estaba con toda la adrenalina. Fue una de las jugadas más lindas del partido”.Siskauskas, por lógica, no tiene en mente ese partido igual que los argentinos, pero recuerda algo: “Argentina estaba muy concentrada por haber perdido a Ginóbili. Sabíamos que iban a tener mucha energía. Me acuerdo que Chapu estaba muy excitado, muy emocional. Y jugaron muy bien. Lamentablemente para nosotros”.

Con el resultado ya definido, hubo otro momento inolvidable. Chapu se tiró de cabeza por una pelota dividida, la pelota quedó picando, Delfino se tiró de cabeza también para evitar que se fuera, la tomó un lituano que quiso dar un pase y Quinteros lo cortó para anotar solo en bandeja. El banco argentino explotó. Estaban dando una lección de juego y de coraje.

Los festejos fueron dignos de una medalla. El racimo de compañeros, la piña, fue tan unida como en la medalla de oro cuatro años antes en Atenas. Y el partido de Chapu, un reflejo de eso. “Puede ser que simbolice un poco lo que fui en la selección. Hay otros partidos en los que jugué bien y fui importante, pero es cierto que representa un poco mi carrera. Una mezcla de talento con personalidad, autoexigencia, trabajo, disciplina...porque estuve tres días, horas y horas con el fisio para tratar de estar preparado para ese partido. La situación emocional hizo a ese juego especial, tomando fuerzas de otros problemas. Uno ese día podía buscar excusas y decir hice lo que pude, o hacer todo lo necesario para ganar. Podíamos usar todas las excusas, lo de Manu, mi lesión, pero no lo hicimos. Lituania no sé si no era mejor que nosotros. Tenían un equipazo. Nosotros tuvimos hambre, sed de ganar, juego físico. Y lo hicimos todos. Para mí fue el mejor partido de Leo Gutiérrez con la selección. Lo festejamos como una de oro porque la situación era totalmente distinta a la de Atenas. En Grecia éramos 12 jugadores, sabíamos que estábamos arriba, teníamos más ambición, pero en Beijing teníamos dudas. Se habían dado muchos cambios. La meta era una medalla, y la conseguimos”. Scola no está tan de acuerdo con que sea el mejor partido de su carrera en la selección: “Jugó muy bien. Fue un momento muy representativo de su trayectoria, porque además estaba lesionado. Tuvo mucho valor, pero es una entre un montón de cosas increíbles que hizo. Una de las mejores, pero hizo muchas. En otros contextos: NBA, Europa, MVP de una Final Four de Euroliga…hay 40”.

Nocioni salió de la cancha gritando como un loco al pasar por la zona mixta donde lo esperaba la prensa argentina: “¡Festejen ustedes también, que esto es de todos! ¡Y ahí lo tienen al cebador olímpico, que jugó un partidazo!”, ironizó Chapu. Durante mucho tiempo, a su gran amigo Leo Gutiérrez, paradójicamente en Peñarol, sobre todo, cuando jugaba con sus equipos de Liga algunos le ponían el hiriente cartel de “cebador olímpico”, por haber jugado solo 3 minutos en todos los Juegos de Atenas 2004. Fue el momento ideal en Beijing para honrar su respeto. “Lo peor -dice Leo-, es que lo de cebador olímpico es culpa de él, porque yo no tomaba mate, pero cuando nos juntábamos en la selección me prendía. Terminó comprando dos termos y dos mates, porque yo los tomaba amargos, y él dulce. En realidad, él era el cebador olímpico”.

Paradójicamente, ese partido contra Lituania resalta una de las grandes discusiones sobre Chapu: sus huevos y su talento. “Se subestima a Andrés cuando se habla de sus huevos -dice Villanueva-. Con huevos solamente no hubiese hecho la carrera que hizo. Europa fue una escuela tremenda. En un momento se convirtió en un crack, para mí el mejor alero de Europa”. El talento es otro ítem que podría llevar horas de discusión. Nocioni no se considera talentoso. Scola lo retruca: “Él dice que no tiene talento y yo pienso que es una de las ridiculeces más grandes que he escuchado en mi vida. Tiene muchísimo talento. Su capacidad atlética es un talento. Su corazón es un talento. La capacidad de meterte en un equipo con un rol es un talento”.

La victoria sobre Lituania fue el cierre ideal. Medalla de bronce para prepararse a recibir al segundo hijo de la pareja. Paula, embarazada, esperaba en General Pico.

Fuente: 
El Chapu

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