NBA 2017/18

¿La última? Ginóbili, más allá del bien y del mal

17:03 18/10/2017 | Manu debuta esta noche en su 16º temporada consecutiva con los Spurs, en la que podría ser la despedida del mejor de todos los tiempos. ¿Vale hacerse mala sangre anticipadamente? Definitivamente no.

Manu en Andino, Estudiantes, Kinder y San Antonio

"Ni en pedo juego hasta los 38", fue la frase que le surgió naturalmente a Manu Ginóbili hace algo más de 8 años, cuando su hermano Sebastián renovaba en Libertad de Sunchales a esa edad. Emanuel andaba por los 32 y nunca había dado indicios demasiado claros de extender su carrera más allá de los valores habituales de la época (34/35). 

Hoy, con 40, arrancará una nueva campaña con los Spurs, la 16º, y aquella frase suena risueña. Y es que en estos 8 años cambió mucho la vida del mejor basquetbolista latino de todos los tiempos. Tres hijos (detalle clave), mucha experiencia y, sobre todo, mucha sabiduría. En marzo de este año, cuando tuvimos la chance de hacer el primer podcast de Básquet Plus con él en San Antonio, nos abría un poco la puerta del secreto: ya no busca competir contra los mejores todo el tiempo, sino ayudar y pasarla bien: "Soy un león herbívoro".

En estos meses previos al inicio de la temporada, hemos repasado su carrera de punta a punta y es sorprendente la transformación que logró el bahiense. De frustrarse en sus comienzos por su altura, por quedar afuera de un seleccionado bahiense de cadetes, por descender con Bahiense del Norte, pasó a juntar todo ese sentimiento para armar una carrera sin baches, con mil éxitos pero, sobre todo, con una identidad.

Ginóbili es el ejemplo más claro de que lo que vale es el camino. Quizá durante algún tiempo, como la mayoría, lo obnubiló el destino, el final, sin poder disfrutar el mientras tanto. La competitividad en estado puro, casi descontrolada. Ninguna otra cosa que no fuera ganar estaba bien. Y no había consuelo. Mares de lágrimas formaron parte de esa etapa. Y poquísimos logros. Si recién el primer título le llegó con la Kinder Bologna en una Copa Italia. 

Los que pudimos verlo de chico, además, no terminamos de comprender cómo giró de tal manera su cabeza y su personalidad para escalar de tal manera para superar todos y cada uno de los obstáculos que se le pusieron enfrente. Su nivel de deseo fue tan fenomenal que le sirvió para alcanzar cada meta. Y lo hizo de la mejor manera: paso por paso, sin saltearse nada. Y, siempre, en cada lugar, terminando como dueño de la historia.

Fue Dios en el Estudiantes de Bahía que maravillaba con su juego virtuoso, ídolo absoluto en Bologna y, de a poquito, también se hizo cargo del vestuario de los Spurs, a donde llegó siendo un casi ignoto MVP de Europa en una Liga donde, todavía, no se le daba demasiada importancia a esos antecedentes. Eso no lo preocupó. Con la misma metodología de siempre: el deseo y la convicción, en dos años ya era no solo figura de San Antonio, sino voz cantante.

Los títulos que llegaron después confirmaron que por donde él pasa hay luz. Nace algo. Surge. Muchas veces en su carrera se ha hablado de su suerte. No existe. Lo que han habido son oportunidades. Y Manu las ha tomado y exprimido al máximo. Por su deseo, otra vez. Por su necesidad, desde muy chico, de ser como sus hermanos. De trascender, de lograr ser un jugador de básquet. 

Esa competitividad alguna vez le jugó malas pasadas, hasta que se dio cuenta que una nueva transformación debía empezar. Y como además de ser el mejor jugador latino de la historia, también es el más inteligente, tomó los caminos correspondientes para lograr esa transformación con la misma serenidad y determinación que todas sus decisiones anteriores. Manu ve el qué y siempre consigue luego saber el cómo. Con esas dos cosas claras, lo demás para él es fácil. Nada lo saca de su foco. 

Hoy, con 40 años, arrancará esta temporada quizá con algo menos de expecativas deportivas que las últimas, por lo que genera Golden State y por el agregado de equipos como Houston u OKC, que pintan para dominar el Oeste. No importa. Ginóbili tiene claro que esto es un regalo de la vida, que si es la última valdrá la pena vivirla como tal y que si, como parece, al final del recorrido se acaba una larga carrera, no habrá nada que reprocharse. 

Por eso, los que amamos el básquetbol, los que tuvimos el enorme privilegio de ser contemporáneos de Manu y su banda de amigos maravillosos, al menos por ser solidarios con su genial legado, deberíamos intentar tener la templanza y algo de su mentalidad para entender que este año será maravilloso, y que si todo acaba al final, solo habrá derecho a disfrutarlo, y jamás a ponerse tristes. 

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